"Pasable" es la palabra que define esta película: si pasas de verla no te llevas un disgusto y si la ves y no te creas demasiadas espectativas pues al menos entretiene. Pasas hora y media de tu vida mirando la pantalla y al final estás como al principio. Robert de Niro en su faceta humorística (?) sin llegar a ser del tipo Padres de él, Padres de ella o las terapias peligrosas. Bruce Willis tiene dos apariciones estelares haciendo de él mismo, más o menos, y está correcto y divertido. Sean Penn es la irrelevante e invisible estrella invitada. Ver a estos monstruos del cine mereceria más puntuación por si solos pero el contexto es descafeinado.

La historia en cuestión nos pone en la vida de un productor de Hollywood que se prepara para el estreno en Cannes de su última película. Y eso es todo. Intenta contarnos los trapos sucios de los estudios de Hollywood, lo que esconden las películas, como las productoras buscan los beneficios por encima de la calidad, la novedad o la autenticidad de la obra del director... pero queda floja. No engancha en ningún momento. Le falta chispa y le sobra Hollywood.

Se da un caso curioso: una película que trata de enseñarnos que el cine a veces pierde la explosividad y la crudeza que el director nos quiere enseñar y sin embargo creo que esta película peca directamente de ello. Nos muestra una historia vacía que podía haber sido mucho más crítica. Si vas a meter el dedo en la llaga hazlo bien, porque si no parece que solo estás rascando.

Tiene algún punto en que te ries pero a este filme le falta pegada y le sobra paja. Le sobra Hollywood y su manera de insinuar sin enseñar o mejor dicho, tapando. Para pasar una tarde sin nada mejor que ver.