(Viene de la crítica de “Piratas del Caribe II”)

Aunque más de la mitad de las trilogías las dirige el mismo director, y este hecho asegura una mayor calidad, encontramos casos de excelentes trípticos dirigidos por dos directores, como “Toy Story” o “Bourne”; en el primer caso porque el director es uno más del equipo, con funciones más relacionadas con la coordinación que con la creatividad. Lo que sí se cumple a rajatabla es que cuando se cambia de director en cada entrega, el resultado es una basura con todas las letras (“Rambo”, “Superdetective en Hollywood”, “Robocop”, “Blade”…).

Tampoco es que por mantener al mismo tipo al frente se consiga un buen resultado, como bien demuestran “Karate Kid” (incluso la nueva versión es mejor que la original), “El Mariachi”, “Austin Powers”, “Scream”, “Torrente” u “Hora punta”. El premio a la regularidad va para el amigo Apu, seguido muy de cerca por los Anillos, las antiguas de “Star Wars” y Bourne. Incluso a veces se produce el milagro de las trilogías cuya calidad asciende con cada entrega, como las del oeste de Leone y las nuevas de Star Wars.

No puedo acabar mi oda a la belleza y circularidad del número 3 sin dar mi opinión personal de “Piratas del Caribe”: Si uno se pone quisquilloso se la puede cargar fácilmente por su incomprensible trama y cebarse con irritantes concesiones a la galería como una anoréxica de anuncio de colonia capitaneando un barco pirata (a lo largo de los años he desarrollado una importante aversión a Keira Knightley). No la echaré de menos en la cuarta parte, pero seguro que vuelvo a disfrutar con los gags visuales, las impresionantes escenas de acción y las muecas de Johnny Depp y Geoffrey Rush.