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Voto de Felipe Larrea:
8
Drama Adaptación de la obra teatral de Peter Morgan sobre la entrevista del periodista David Frost al presidente Nixon. Durante los tres años que siguieron a su salida de la Casa Blanca, Richard Nixon permaneció en silencio. Sin embargo, cuando en el verano de 1977 concedió una entrevista para hablar de su mandato y del caso Watergate, sorprendió a todos al escoger a David Frost. Incluso el equipo del periodista no estaba muy seguro del éxito ... [+]
28 de marzo de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principal legado de "El Padrino" al mundo del cine es que a la hora de retratar a un personaje controvertido y poderoso hay que hacerlo introduciéndose en su visión del mundo y sus valores, y a partir de ahí configurar la narración de la manera más realista posible. Esto puede significar glorificar a un personaje oscuro, o incluso que se sienta lástima por él, como nos habrá pasado a muchos al final de la trilogía, cuando Michael Corleone pierde a un ser querido.

Sin embargo, no hay otro camino si se quiere realizar una gran película, y esta lo es porque Richard Nixon aparece como un ser humano, no como un simple criminal. Lo bonito es que el ex-presidente acaba completamente desprestigiado (aunque no en la cárcel, como debería haber ocurrido) y David Frost consigue convertirse en un paladín del periodismo más valioso, aquel que hurga hasta lo más profundo de los hechos para encontrar la verdad.

A la extraordinaria interpretación de Frank Langella, para la que sencillamente no encuentro calificativos, se añade un contrapunto tan interesante como el de Michael Sheen. Aquí repite el esquema de su papel en "The Queen", el de un hombre optimista y tenaz que siente una empatía que excede el mero respeto hacia su oponente, una persona de enorme relevancia institucional que se sitúa en una posición ideológica mucho más conservadora que la suya.

Ron Howard se destapa con una dirección extremadamente inteligente que añade capas y más capas de matices tanto a los personajes como al complejo mundo lleno de entresijos de la política y los medios de comunicación.

Es capaz además, de trascender el planteamiento teatral del original y se atreve con una escena, no sé si añadida por él o no, en la que al más puro estilo Coppola, se identifica con su pareja protagonista. Es aquella en la que los dos adversarios comparten una charla telefónica en la que Nixon desprecia a todos los que le miraron por encima del hombro durante su carrera. Algo de lo que Howard sabe mucho, y con cierto merecimiento, porque es capaz de combinar películas como esta con despropósitos como "El código Da Vinci".

Uno no puede evitar sentir una simpatía especial por estos personajes eternamente vapuleados que acaban demostrando su valía. Como cuando Aragonés ganó la Eurocopa y todos los que habían pedido su cabeza desaparecieron misteriosamente.
Felipe Larrea
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