Este engendro se presentó en el festival de Sitges. No gozó de estreno oficial en España, y no es de extrañar. Se trata de una especie de videojuego violento y descerebrado, sólo apto para adolescentes presa de furiosos picores y ansias de descargar la adrenalina que no se puede desfogar por otras partes. Veamos: en un edificio de oficinas propiedad de una de esas multinacionales que nos chupan la sangre y la cartera, poblada por seres odiosos que sólo piensan en llenarse los bolsillos y joder al prójimo, en sentido literal y figurado, se desencadena un virus que saca lo peor de lo que llevamos nosotros. Es decir, la gente se tira los trastos a la cabeza, se dice todo cuanto había silenciado hasta el momento, o bien se pone a follar como chimpancés en celo. Dos ejecutivos impresentables, convertidos en los héroes de la función, tendrán que llegar hasta la cúspide de dicho edificio, donde se ha refugiado la élite de la empresa, para poder acabar con la amenaza. Durante su camino a la cumbre se darán de hostias, mamporros, mazazos, martillazos, usarán cualquier objeto de la oficina como arma letal y, también, copularán como perros. No voy a contar cómo acaba porque no vale la pena. Es una hora y media de tu vida perdida irremediablemente para siempre. Actores pésimos, fotografía con baile de San Vito, estupideces por doquier...
Por cierto, la pareja que se ve follando al fondo en alguna escena lo estaba haciendo de verdad, según IMDB. Cosas veredes...