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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Comedia. Ciencia ficción Farsa de ciencia ficción en la que un grupo de extraterrestres conceden poderes a un profesor de la Tierra. El profesor descubre que sus nuevas habilidades le permiten hacer cualquier cosa, desde dar una lección a sus peores estudiantes hasta resucitar a los muertos... Con las voces originales de los miembros de Monty Python. (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que ésta sea la última película de Terry Jones, según sus propias palabras, afecto de una enfermedad terminal. Es un mal testamento. Aunque, a decir verdad, Terry Jones nunca ha sido un buen director, sino un simple suministrador de chistes más o menos fracasados. Codirigió con Terry Gillian (otro nombre sobrevalorado, sólo porque sus fiascos y películas abortadas se suceden sin cesar), los tres primeros y exitosos filmes de Monty Python, y luego entregó tres juguetes rotos ya antes de fabricarse (Servicios muy personales, Erik el vikingo, Viento en los sauces), para dar por concluida su carrera con este mediocre divertimento protagonizado por un Simon Pegg que debería dar reposo a su ego, antes de que le enviemos al panteón de los cómicos coñazo, tipo Robin Williams, Jim Carry, Adam Sandler y demás. ¿Por qué le doy un aprobado? Tal vez por penita. Me sabe muy mal que un tipo que la va a palmar se despida de esta manera. En esta farsa con alienígenas que otorgan superpoderes al tuntún a un tipejo tan mediocre y estúpido como Pegg, lo más gracioso resulta a la postre un perro que habla... con la voz de Robin Williams, último servicio del actor a la industria cinematográfica. Absolutamente todo adolece de un guión poco trabajado, apresurado, con gags vomitivos y alguno que otro afortunado, un protagonista endiosado, una protagonista mona pero sosa (I'm sorry, Kate, come back to Underworld), unas situaciones repetidas en exceso, una banda sonora de George Fenton que... Pero George, el hombre que compuso En compañía de lobos y Las amistades peligrosas, entre otras, no nos puede hacer eso, leñe... Una película, en suma, que habría debido madurarse más. Tal como queda, agradecer sus 78 minutos de metraje, que te permiten salir corriendo al bar de la esquina para ingerir un brebaje reparador. Éste es el sentido de la vida, Terry: lidiar con lo absurdo para no enloquecer y suplicar a los alienígenas que liquiden de una vez a esta especie condenada al exterminio. Amén.
Eduardo
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