Qué bien le ha sentado a 'Star Wars' la expansión de su saga.
No porque a este ritmo tendremos películas de la galaxia muy, muy lejana listas para cada año; tampoco porque ni en nuestros sueños más salvajes imaginábamos que se seguirían contando capítulos de una historia que empezó en 1977.
Sino porque la imposibilidad física y técnica de estrenar una peli cada año sobre la misma historia ha brindado a 'Star Wars' la prometedora oportunidad de diversificar sus puntos de vista, prestando atención a los vistazos pequeños, de los que pueden surgir grandes historias.

'Rogue One: Una Historia de Star Wars', como primera hija de esta corriente, nace consciente de su sitio dentro de un proyecto monumental, y quizá como rebelde respuesta a eso, elige mostrar la cara que todavía no hemos contemplado: la crisis social que asola una galaxia obligada a prosperar bajo un puño de hierro, y el drama de personas que buscan un resquicio de esperanza en esa situación.
Hay en esto una verdad difícil de contemplar: en 'Star Wars' hubo bajas civiles. Lejos del hogar de Luke, bajo la sombra de imperiales Destructores, ajenos a los caminos de la Fuerza, la gente moría para proteger la libertad, o era apartada de sus seres queridos para servir a una tiranía con la que no estaban de acuerdo.

Casi podría parecer estúpido plantear esa posibilidad en un universo de (descarada) ficción, pero lo que da alas a 'Rogue One' es la firmeza con la que está dispuesta a reivindicar su derecho al comentario político: mostrando personas desesperadas, cometiendo actos horribles por tiempos desesperados.
Basta la introducción de Cassian Andor, en apariencia el clásico fugitivo de sonrisa a prueba de errores, al que creemos erróneamente héroe por defecto... para unos minutos después darnos cuenta de que no puede estar más lejos de ser un héroe, cuando asesina súbitamente por fría necesidad.
Una cruda determinación que comparten todos los rebeldes principales de la historia, doblados al yugo del Imperio mucho antes de que plantearse ganar una guerra, combatiendo el incendio con pequeños fuegos, compartiendo con su enemigo un extremismo difícil de apagar.

Jyn Erso no lucha como ellos, pero por experiencia: sabe de primera mano lo que es el Imperio, no por los disparos en las calles, sino por el control que tenían sobre su padre. Para ella, la guerra está perdida si alguien bueno es capaz de servir a una causa terrible.
Sin embargo, tras ser encontrada por la alianza rebelde, empezará su toma de conciencia, buscando su camino entre unos y otros, tratando de probar que el sacrificio de su padre sirviendo al Imperio fue el primero de muchos que tendrán que venir, una posibilidad que no se contempla por personas demasiado habituadas a seguir órdenes que solo admiten dos opciones.
"Para el caso, podrías ser un rebelde o un soldado de asalto" sentencia Jyn a Cassian, y sabemos tan bien como él que la diferencia debería ser posible, y deseable.

Siguiendo a Jyn, lo que sorprende de 'Rogue One' son sus magníficos e inesperados bocados de realidad: una ocupación de las tropas imperiales que recuerda fantasmas de intervenciones militares estadounidenses, alianzas que dejan al margen sus posibilidades por falta de consenso común, o muestras de fuerza bruta para inspirar terror en los que no están de acuerdo con nosotros.
Gareth Edwards dota vida a notas a pie de página, y por el camino encuentra grandes hallazgos, como toda la escala de grises que cabe entre el Bien y el Mal: a veces las personas hacen algo horrible sabiendo que otros construirán esperanza sobre sus errores.

Mis respetos por volver a convertir la Estrella de la Muerte en un monumental terror tecnológico, por dar a los AT-AT el necesario aire de armas de destrucción masiva que pedían, o por devolver al villano más famoso de la galaxia el halo de terror que nunca tuvo que haber perdido; transformando con ello juguetes en peligros reales, riesgos reales que engrandecen pequeñas luchas de rebeldes contra su destino.
Pero sobre todo, gracias por resucitar actores, recuperar momentos y reescribir líneas maestras, añadiendo carga trágica y mítica a una saga que nunca creímos que podría tener tanto de ambas.

Más 'Historias de Star Wars', por favor.
Porque a veces, lo más fascinante de un universo son los pequeños engranajes que cuentan su leyenda.