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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Ciencia ficción. Fantástico. Acción Cuatro jóvenes inadaptados se teletransportan a un peligroso universo alternativo, lo que les confiere extraños poderes. Cuando sus vidas cambian de forma drástica e irremediable, deben aprender a controlar sus nuevas habilidades y trabajar en equipo para salvar al mundo de un viejo conocido que ahora se ha convertido en un temible enemigo. Adaptación contemporánea del equipo de superhéroes de Marvel. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo sinceros, hace mucho tiempo que 'Los 4 Fantásticos' dejaron de ser algo novedoso en el terreno superheroico.
Rompieron moldes con su primera aparición, tratando de ser la versión desenfadada de la Liga de la Justicia, aquella alineación de dioses de cartón-piedra a los que no se podía imaginar haciendo algo mal. Por primera vez, los superhéroes no lo eran en absoluto, no llevaban trajes de batalla (la moda acabó dándoles unos), eran una familia disfuncional, la "pareja" estaba casada desde el principio, uno de ellos era un monstruo de piedra y todos ellos poseían poderes, más que dionisíacos, mutantes y transformadores. Eran la perfecta transmutación de algo fresco que el lector andaba buscando.
Y, pese a que siempre han ocupado un lugar de honor en el panteón Marvel, siempre han dado la sensación de seguir reinventándose constantemente para evitar ser desplazados.

'Cuatro Fantásticos' pretende ser otra vuelta de tuerca de la Primera Familia, pero una que, por circunstancias, se antoja increíblemente arriesgada: a saber, de cara externa, la proliferación de grupos como los Vengadores y los X-Men, que rápidamente han dejado al espectador satisfecho de grupos y con la duda de que pueden aportar otros nuevos, y de la cara interna, un estudio inclemente que los ve como una simple anexión monetaria frente a sus más populares mutantes. Una vez más, los cuatro son los patitos feos del panorama.
Pero ante esa situación, Josh Trank (bastante valientemente, ya es hora de decirlo) ha decidido huir hacia adelante, y entregar una historia que, si bien se aleja bastante de lo conocido, una vez examinadas las bases merece más la pena de lo que se cree. Probablemente nunca se sabrá cuánto queda suyo en lo que se nota es un Frankenstein multiforme que era antes valiente y después se ha asustado de su potencial, pero algo pervive.

De entrada, los cuatro: Trank elige enfocarlos como si nunca nos hubieran contado su historia, como si miles de superhéroes que han llegado antes no les hubieran saqueado, y como si sus nombres, habilidades y universo fueran solo un peaje que pagar en algo completamente nuevo, cosa que no debería escandalizar a nadie si nos fijamos en lo caduco de sus fuentes.
Así, los cuatro pasan de ser astronautas de mediana edad explorando nuevas fronteras, a cuatro jóvenes que viven bajo la garra del descreimiento adulto, de gente que confía en su potencial pero se niega a compartirlo con ellos. Puede parecer una excusa para rejuvenecer al reparto, sí, pero no lo es tanto si pensamos que su posterior transformación en estas circunstancias es más terrible: no son dueños ni de su propia vida, no lo van a ser de sus extraordinarios poderes.
Y probablemente al enemigo, Von Doom (villano de difícil adaptación que no obstante aquí adquiere cierta dignidad de cáracter más allá de "villano genérico sediento de poder"), tenga toda la razón con el discurso que espolea sus ansias de aventura: que la gente que vivía bajo una garra y no se rebeló acabó olvidada a los pies de la Historia.

Tras el accidente, se configuran como mutantes con horribles deformidades, y poco hay de maravilloso: Trank acierta al no querer buscar la brillantez de sus hermanos mayores, y en su lugar teñir todo de una sensación de terror abismal, de no saber qué está pasando y haber sido "castigados" por jugar con fuerzas superiores. El grito de ayuda de Ben a un sufriente Reed cierra la que sin duda es la escena que lo cambia todo, pasando de ser adolescentes, a ser propiedades (y dañadas).
Entonces llegan los problemas, literal y figuradamente: a la historia no le interesa ser tu película estándar de superhéroes, pero a los ejecutivos sí. Es entonces cuando empieza a dejarse de lado el drama de unos jóvenes cuyos poderes los han apartado del mundo y todo se precipita a un enfrentamiento con el Dr. Muerte, que de puro precipitado amenaza con tirar todo a la basura.
Cuánto habríamos agradecido algunos preciados minutos en los que viéramos como Ben Grimm se ve obligado a ser un instrumento al servicio del Ejército totalmente privado de libertad y autoestima. O unos minutos que expusieran el contraste entre la frivolidad de Johnny y la curiosidad científica malsana de su hermana adoptiva Susan frente a sus poderes. O, quizá, y ya soñando demasiado, un buen tiempo en el que fuéramos testigos de la degeneración mental de Víctor, ahora momia metálica, monarca de un planeta alejado que le condenó y a la vez le dió la llave del poder. Minutos, relaciones, conexiones faltan, y por desgracia nunca llegan.

Aún así, y con todo, los Cuatro llegan a plantarse, y expresar su independencia y dominio propio de su situación: irónico pensar que eso espeja al director y los productores.
Han vuelto a mutar según los tiempos, ahora son unos minusvalidos poderosos cuya lucha es la de ganarse su propia madurez, pero al final, se puede llegar a entrever a un grupo, quizá inseguro, pero decidido en su camino a lo Fantástico.
El tiempo dirá si ese hueco que han cavado (con esfuerzo, digánselo a Josh Trank) cala en un momento en que hay demasiado superhéroe para protegernos. O, por el contrario, se convierte en una curiosa y puntual anomalía, como aquella que fueron cuando aparecieron, hace muchos años, en aquel cómic innovador.
Charles
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