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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Serie de TV. Thriller. Terror. Fantástico. Drama Serie de TV (2017). 9 episodios. La segunda temporada de 'Stranger Things' arranca un año después de la primera, durante Halloween, en Hawkins (Indiana). El joven Will Byers está otra vez con sus amigos tras su abducción por la dimensión paralela un año atrás, pero en el colegio las cosas no le van del todo bien, y sigue teniendo pesadillas. Por su parte no se sabe nada de Once, aunque Mike intenta contactar con ella por radio todos los ... [+]
23 de noviembre de 2018
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Por mucho que en su día afirmaran lo contrario por activa y por pasiva, da la sensación de que los hermanos Duffer no tenían pensada una continuación firme en caso de que su apuesta personal fuera un éxito.
La fecha de estreno deprisa y corriendo poco más de un año tras la primera temporada para aprovechar el momentum de la serie, algunas decisiones argumentales y otros tantos detalles que se quedaron colgados llegando el final… dejan notar que, con un trabajo de guión más fino y preciso, estas dos temporadas disfrutables pero regulares se habrían quedado en una sola potente y bastante memorable.

‘Stranger Things 2’, en realidad, no parece una secuela, sino el trozo que faltaba por contar de la primera parte.
Todo lo que sucede es consecuencia directa de lo que pasó anteriormente, o bien deriva de esos “restos” que no quedaron del todo cerrados: no hay como tal nada nuevo, aparte de dos hermanos añadidos para dar variedad al elenco o monstruos más grandes y temibles, que era el mínimo imprescindible para volver a Hawkins.
Ese (gran) problema se suma a que los Duffer son incapaces de planificar en términos de desarrollo argumental o crecimiento exponencial de los riesgos (tensión no hay ni se la espera), prefiriendo refugiarse en la costra ochentera de referencias que cargan a la espalda y consiguiendo situaciones alargadas hasta la eternidad que, en el fondo, no importan demasiado.
Como si hubiera muchos momentos estructurados en el “si están en los 80, debe pasar esto” en vez de “… ya que están en los 80, puede que pase esto”.

¿Cómo una serie tan gripada dura más de una temporada?
Apartando su estética y la mezcla nunca vista de terror casi abstracto con nostalgia infantil, esta segunda parte lo deja más claro que nunca: personajes, personajes y personajes.
Arquetípicos, algo disminuidos en su mayoría por (otra vez) malos requiebros de guión, pero inevitablemente carismáticos cuando les llega su momento: tal vez por saber eso, esta vez hay muchos más momentos de lucimiento, para ellos, que salvan el frecuente arrastrarse del argumento.
Porque no se me mueve un pelo ante la perspectiva de que un monstruo colosal esté amenazando un pueblo desde el nocturno cielo rojo radioactivo, pero Winona Ryder se deja la piel como Joyce Byers para convencerme de que eliminar el bicho es la clave para recuperar ese hijo que no ha vuelto del todo, que le está costando tanto recuperar.
Y me dan igual tanto los tonteos investigadores del entente Dustin-Lucas-“Mad” Max como el repentino conflicto sentimental del antaño matón Steve Harrington, pero en un inesperado golpe de genio los Duffer han decidido que estos extremos se deben tocar, y comprender, por lo que de repente la aventura se vuelve mucho más penosamente divertida que si cada uno hubiera seguido el requeteultrasobado camino de estas situaciones: cómo mola que “el malo” parezca una persona, y tenga el valor de defender a “los buenos” si la ocasión se presta.

Si ‘Stranger Things’ sobrevive el tirón es porque, más que antes, la pueblan personas haciendo piña ante el avance de las fuerzas sobrenaturales.
Con Once presuntamente perdida, Mike y compañía vuelven a una normalidad que no les pertenece, una que ha quedado para siempre fracturada, y en vez de asimilarlo tratan de ocultar todos los rastros que dejó, rearmarse y jugar a los Cazafantasmas como cualquier niño, evitando pensar en ese mundo inverso que una vez descubierto no se puede volver a tapar.
Es curioso lo mucho que este comportamiento accidental refleje tanto el del sheriff Hopper, consciente de que Once ha sobrevivido y llevándosela a su casa, para tratar de curar el fantasma de su hija ausente, sin correr el riesgo de que alguna vez se vuelvan a llevar una niña pequeña de su lado.
El problema es que el Mundo Boca Abajo, la monumental presencia del Azotamentes y la prole del Demogorgon no están intentando olvidar en absoluto: respecto a eso, es curioso que Lucas le cuente a su nueva amiga Max toda la primera temporada como si fuera una leyenda extraña, sin darse cuenta de que eso no ha desaparecido, como si la mente de un niño fuera incapaz de procesar todas las señales de que su vida ha cambiado.

Pero nadie ha venido por un retrato del fin de la inocencia, y lo bueno es que eso solo sirve de sencillo marco para toda la aventura y el suspense, mucho más entonado cuando sabe pasárselo bien (las más veces) que cuando solo se preocupa por precipitar un final que te haga ver el capítulo siguiente (las menos… a veces).
Y, a ratos, algún que otro hallazgo, como los Joyce relatando a Will que el Azotamentes no puede vencer porque tienen demasiadas cosas asociadas a recuerdos de él: un uso de la nostalgia ochentera muchísimo más bonito que las simples referencias para rellenar escenas de transición (a ti te miro, “Dragon’s Lair”).

A ver si la siguiente, con el paréntesis de un año, permite que esté todo algo más cocinado.
Los ingredientes lo merecen.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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