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Voto de Javier Moreno:
7
7,1
53.306
Ciencia ficción. Intriga
En un futuro no muy lejano, un astronauta (Sam Rockwell) vive aislado durante tres años en una excavación minera de la Luna. Cuando su contrato está a punto de expirar, descubre un terrible secreto que le concierne. (FILMAFFINITY)
29 de junio de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grande Sam Rockwell. Y gran idea, aunque con desarrollo previsible.
Se perfila sobre la pantalla la gran incógnita de la psicología. Volvemos a la duda que acecha a los humanistas: ¿es el ser humano un programa lógico que responde a los estímulos de manera formal y preestablecida? En esta cinta podemos ver un terrible drama al descubrir quiénes somos en realidad. Real o no, la interpretación de un protagonista desaparecido en los últimos años, convence. La identidad pasa un recibo al que no podemos dar soporte. Se nos encarga aceptar una misión a costa de entender a la fuerza que somos algo distinto de lo que creíamos. Durante el primer tramo, disfrutamos de un universo parcialmente nuevo, de una atmósfera enrarecida pero agradable. Las sorpresas se ven venir, pero son creíbles, no pierden fuerza. El desenlace no impresiona ni asombra, pero enternece. Hay varios detalles que quedan por explicar, a los que la película no da alcance de guión. Y Duncan Jones gana ritmo en la dirección, incluso con sólo un par de habitáculos y un actor. Demos gracias a Sam Rockwell de nuevo, que se echa a la espalda todos los matices de una película que prometía, que aparenta vaciarse y a la que sin temor, hace frente y consigue llenar.
Pero las experiencias del personajes deben ser sumadas al programa original, así que si yo estuviera en esa nave les diría a mis compañeros: no somos iguales.
Se perfila sobre la pantalla la gran incógnita de la psicología. Volvemos a la duda que acecha a los humanistas: ¿es el ser humano un programa lógico que responde a los estímulos de manera formal y preestablecida? En esta cinta podemos ver un terrible drama al descubrir quiénes somos en realidad. Real o no, la interpretación de un protagonista desaparecido en los últimos años, convence. La identidad pasa un recibo al que no podemos dar soporte. Se nos encarga aceptar una misión a costa de entender a la fuerza que somos algo distinto de lo que creíamos. Durante el primer tramo, disfrutamos de un universo parcialmente nuevo, de una atmósfera enrarecida pero agradable. Las sorpresas se ven venir, pero son creíbles, no pierden fuerza. El desenlace no impresiona ni asombra, pero enternece. Hay varios detalles que quedan por explicar, a los que la película no da alcance de guión. Y Duncan Jones gana ritmo en la dirección, incluso con sólo un par de habitáculos y un actor. Demos gracias a Sam Rockwell de nuevo, que se echa a la espalda todos los matices de una película que prometía, que aparenta vaciarse y a la que sin temor, hace frente y consigue llenar.
Pero las experiencias del personajes deben ser sumadas al programa original, así que si yo estuviera en esa nave les diría a mis compañeros: no somos iguales.