No ha aguantado una segunda visita, ni rastro de la frescura y la fascinación que despertó en su momento. "La ardilla roja" baja un par de escalones en la escala de estrellitas de FA y la dejo con un aprobado justito, ¿qué le voy a hacer?, entre otras cosas he sentido bastante vergüenza ajena con el videoclip en la cima de una montaña de Nancho Novo, vestido de troglodita. Digamos que me ha parecido insalvable, impropio, innecesario... De Medem ya sabemos a estas alturas lo que se puede esperar, es un hombre especial que practica un cine único, apoyado en idas de olla muy personales, con un poquito de Lynch si quieren y todo lo que se pueda decir de él. Tiene su estilo, tiene su cine. Visitar "La ardilla roja" creía que era una buena idea, hasta que todo se me ha empezado a escapar de las manos.

La química entre los dos protagonistas es lo mejor, la belleza de ella y las imperfecciones de él se mezclan maravillosamente: lo que no sabemos de ella, lo que no sabemos de él, la amnesia y tanta información por descubrir. Hasta que llegamos al camping y todo se me hunde. El taxista y su familia, la aparición de Carmelo y las piezas que empiezan a encajar han hecho que la recta final me pareciera un verdadero estropicio. Valoro mucho que Medem sea un tipo rarito que canaliza su espíritu inquieto como buenamente puede. En esto lleva unos cuantos años y lo aprecio, estoy convencido que vale más la pena ser un bicho raro que uno más del montón. Medem siempre va pasado de vueltas y se agradece. Lástima que volver a ver películas suyas sea tan mala idea...