Alonzo lo dice todo con sus gestos, con sus miradas durante los esenciales planos cortos de los que consta toda película muda. Estamos a finales de los años veinte, en la cima del cine mudo, que era la cima del mismo séptimo arte, un lugar en el que Tod Browning se manejaba a la perfección. No era fácil contar con actores que supieran decir con su silencio lo mismo que alzando la voz. Por no hablar de esos subtítulos que en más de una película muda explican más de lo necesario: aquí todo está en su justa medida, incluidos los textos, precisos y justos.

Así que entre Browning y Chaney fueron a parir una de las más descarnadas y crueles historias de la época. Sí, todos sabemos lo que vendrá en 1931 y después con la del circo de freaks, pero antes vino "Garras humanas", que tiene una mala leche que aún conserva casi cien años después. Se dice pronto: cien años después sigue sorprendiendo la historia de este Alonzo que se come la pantalla y que ha pasado a la historia del cine por cuestiones más que evidentes. Ahí lo tenemos, con toda la potencia del drama, del terror y formando parte de la historia del cine. Por suerte, en los tiempos que corren, es una película fácil de encontrar: todo cinéfilo ha de pasar por el cine mudo y una vez enfangado, sí o sí, ha de conocer a Browning y sus "Garras humanas".