Con "Un funeral de muerte" me he reído como hacía tiempo que no sucedía. No hay nada más lamentable que encontrarse con una comedia que no lo consigue, y en mi caso se han sucedido una serie de títulos últimamente que más que reír era para llorar. Supongo que no debe ser fácil comseguirlo, pero en este caso debo asegurar que el objetivo principal de toda comedia se alcanza sobradamente. Pasarlo bien y reír; no se puede pedir más.

Aquí la historia por ella misma está por encima de todo protagonismo, sorprende no encontrar ningún personaje principal y que la fluidez del propio funeral se convierta en el administrador de momentos estelares para todos. Desde el sorprendente enano hasta el abuelo de la silla de ruedas todos son protagonistas, de manera que la suma va creciendo con invitados a cada cual con mayor atractivo. No hay nada más bueno que encontrarse con comedias así con las que poder disfrutar en buena compañía, y es que, cuando se trata de compartir, mucho mejor hacerlo con risas que con llantos.