Debían ser tiempos duros los años 50 en Japón, un país en pleno proceso de reconstrucción tras una derrota que le hizo perder su imperio, con un doloroso pasado reciente y un futuro incierto. La huella del desastre de las bombas atómicas perdura hasta el día de hoy, así que no es difícil hacerse una idea de la situación en los años 50, todo era tan reciente que realmente debía ser un presente continuo desde que se produjeran los ataques con bombas atómicas. Por no hablar de la amenaza de la Guerra Fría y un posible desastre global.

En un contexto como el que se encontraba Japón aparece un monstruo llamado Godzilla, de la mente de Ishiro Honda y de quienes le rodean, que son quienes dan forma y contenido a este peliculón, a medias entre un simbolismo de lo más profundo y la sencillez propia del espectáculo de la ciencia-ficción. Algo lenta a veces, puede que llegue a aburrir a algunos, puede incluso que sea cine sólo apto para el subgrupo de humanos denominados frikis, en fin, eso mismo seré yo, un friki que antes de ponerme a ver cualquiera de las muchísimas secuelas de este monstruo, incluida alguna visita a Hollywood, he preferido venir más atrás para descubrir el primero. Curiosidad cinéfila, friki, sea como sea, merece muchísimo la pena. Los efectos están más que superados, hay más de un momento que podrían habérselo ahorrado, pero a mí me ha cautivado, reconozco haber encontrado lo que buscaba.