Nunca es fácil ser la segunda parte de una trilogía cuando se parte de una primera parte que produce unas expectativas elevadas. En el caso de "Samurái 2", Toshiro Mifune prosigue el camino que inició justamente al final de la primera parte, ha cambiado por dentro y está dispuesto a encontrar la nobleza en el alma propia de los samuráis. Sabemos que en el arte de la espada es un portento, lo que está por ver es cómo resolverá las situaciones que como samurái errante deberá afrontar y por la tanto, es muy gratificante observar que "Samurái 2" cumple sobradamente con lo que esperaba. No creo que pueda decirse nada mejor de esta película que mi mente a partir de hoy está puesta en la tercera y última parte. El personaje de Mifune crece y se hace grande por dentro, es alguien con honor y valiente pese a los inconvenientes.

Ciertamente el hecho de que todas las mujeres se enamoren de él es bastante exagerado, no se le resiste ninguna y eso sin hacer nada y rechazándolas a todas llegando incluso a verbalizar que prefiere su espada a un buen revolcón. Qué le vamos a hacer, son cosas de samuráis, un género hermanado con el western conceptualmente en todo excepto en el tema de las mujeres, al menos en este caso. Es por ello, por esa proximidad con las del oeste, que encuentro que es una película (ahora hablo realmente de las dos primeras) que puedo recomendarla a cualquiera. Hay acción, un protagonista entrañable, y una historia atractiva. En "Samurái 2" hay más escenas de luchas pero sin necesidad de hacer demasiada sangre, incluso en las escenas de la lucha en los arrozales en las que Mifune se enfrenta a unos cuantos, las salpicaduras de sangre no tiñen de rojo la pantalla. Hay muertes, hay chulería y sobre todo la solidez de nuestro protagonista hace a la película muy consistente.

De la tercera y última parte sólo espero que el nivel se mantenga, lo cual es mantener las mismas expectativas que tenía respecto a la segunda parte. "Samurái 2" cumple sobradamente con el papel de puente.