Dejando a un lado la disposición evidente de la que parte el director, lo que importa en toda película es que esté bien realizada, que posea una coherencia interna con un guión firme y sobre todo, que entretenga. Por ello "Agenda oculta" recuerda mucho al trabajo de Constantin Costa-Gavras, porque se da el mismo raro hecho de demostrar un valor que pocos directores poseen y porque además, son cineastas que hacen bien las cosas.

Para apuntar con el dedo acusador a quienes tienen el poder hay que ser un valiente, Ken Loach lo es. Me gusta que no disimule de qué pie cojea, queda claro desde el principio aunque eso suponga un coqueteo con el IRA que a muchos no gustará. En otras películas los militares, policías y políticos británicos podrán ser unos santos, desde luego en "Agenda oculta" no. Con independencia de su posicionamiento, Ken Loach pone encima de la mesa cuestiones que pueden suscitar mucha susceptibilidad por la parte acusada, hablamos de torturas de la policía, de terrorismo de estado, de corrupción, de abuso de poder... Hablamos de asesinatos, de ejecuciones y lo peor de todo ello, en democracia.

Por ello la sensibilidad que produce es mayor, dejemos de lado otros temas que también hacen pupita como el nacionalismo y la cuestión de la lucha secular por la independencia, yendo al hecho concreto, "Agenda oculta" acusa directamente a quienes poseen el poder que el pueblo les ha otorgado de usar métodos terroristas para mantenerse donde están. En esta línea terrible de perversión política entra en juego la concienciación: todo ello en una película que además narra unos hechos concretos. Dicho de otra manera, "Agenda oculta" además de indignar por lo concreto induce a la reflexión, hace que nos cuestionemos cuánta verdad habrán en esos hechos ficticios ocurridos en Irlanda del Norte y hace que (al menos yo) pensemos en cuántas cosas al margen de la ley harán los que nos gobiernan y nosotros desconocemos.

Indigna lo que le sucede a un periodista cuyo compromiso humano le lleva a la muerte, eso es una realidad, pese a que todo ello haga que la película decaiga hacia un lado claramente pro-irlandés. No me extraña que a Ken Loach le costara tanto tiempo encontrar productor para su película, acusar con el dedo tan directamente a Margaret Thatcher no es poca cosa, aunque sea una película. Lástima que el final me dejó algo frío, cuestión siempre complicada la de matar una película que contiene momentos de un dramatismo ejemplar.