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Voto de Oscar:
10
6,8
21.717
Drama. Comedia
Aurora (Shirley MacLaine) y Emma (Debra Winger) son una madre y una hija muy unidas, pero con puntos de vista muy distintos sobre la vida. Aurora, que está viuda, es una mujer temperamental pero de buen corazón, y Emma es una joven rebelde que está deseando salir de casa e independizarse; lo malo es que para conseguirlo sigue el camino más convencional: casarse. Por su parte, Aurora tiene un romance otoñal con un ex-astronauta (Jack ... [+]
6 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque desde que murió mi madre hace hoy tres años me cuesta mucho volver a ver esta película, hoy quiero intentar escribir sobre ella, una película que sin pretenderlo se fue convirtiendo en especial. En una experiencia llena de contrastes, de sombras y luces, de sonrisas y lágrimas… Una película de amor, vida y muerte.
A partir de una excelente novela de Larry McMurtry, James L. Brooks logró crear todo un humanismo cautivador, unos cuadros emocionales sobre las vidas de una madre y una hija a lo largo de varias décadas.
“La fuerza del cariño” es la historia de Aurora Greenway, una acomodada viuda de la clase media alta de Huston cuya petulante y extravagante forma de ser se halla en las antípodas del talante llano y sin grandes ambiciones de su hija Emma, a la que tuvo que cuidar desde muy pronta edad ante el repentino fallecimiento de su marido.
En base a estas dos personalidades antagónicas “La fuerza del cariño” compone un mosaico de vivencias en que el amor profundo que vertebra las relaciones entre estas dos mujeres emergerá plenamente con toda su fuerza cuando viene una gran tragedia.
Cada una de las escenas, de los fragmentos que componen esta obra maestra de “La fuerza del cariño” nos descubre piezas definitorias de la evolución intima de sus protagonistas que nos llegan al corazón gracias a la fuerza de sus interpretaciones que transmiten tanta realidad y convicción.
Aurora, interpretada magistralmente por Shirley MacLaine es una madre sobreprotectora que convertirá a su hija en objeto de sus propensiones críticas, de su arrogante autosuficiencia, mientras que Emma, interpretado por una vitalidad increíble por Debra Winger, basculará desde pequeña entre el rechazo a toda la superficialidad que desprende su madre y de una dependencia afectiva de tan imponente figura materna .
Aurora siempre le reprocha a su hija Emma la poca atención que pone a su cuidado personal, a su desprecio por la observación de las buenas maneras, incluso se negará a ir a la boda de su propia hija por haberse casado la mediocridad de su novio como individuo y el desastre conyugal que forzosamente ha de derivarse de tamaño error…Incluso llegará a recomendar a Emma que aborte cuando se quede embarazada por tercera vez de su mezquino marido… Y durante todo este periplo se irá alternando entre ellas un lenguaje de amor, un belicoso lenguaje de amor, en el cual cada discusión no es más que otro preámbulo para un nuevo acercamiento materno-filial.
Aurora surcará el arco existencial de su hija aprendiendo de todo cuanto recibe de ella, aún chocando con muchas de sus convicciones, aprenderá el valor fundamental de dejar al desunudo nuestro ser ante hechos y circunstancias que deben nutrir de sentido y modesta trascendencia nuestras vidas. Aprenderá la importancia de su rol de abuela que gracias a Emma tendrá la oportunidad de desarrollar, aprenderá lo absurdo que es darle la espalda a la posibilidad de gozar de un romance otoñal con sexualidad incluida que su hija le animará a obtener de su peculiar vecino el astronauta, interpretado por Jack Nicholson en estado de gracia. Y sobre todo aprenderá la necesidad de despojarse de lo accesorio poniendo coto a su propia vanidad cuando la muerte afila sus colmillos para apresar a quienes más quieres en este mundo…
@Oscarcinefilo
A partir de una excelente novela de Larry McMurtry, James L. Brooks logró crear todo un humanismo cautivador, unos cuadros emocionales sobre las vidas de una madre y una hija a lo largo de varias décadas.
“La fuerza del cariño” es la historia de Aurora Greenway, una acomodada viuda de la clase media alta de Huston cuya petulante y extravagante forma de ser se halla en las antípodas del talante llano y sin grandes ambiciones de su hija Emma, a la que tuvo que cuidar desde muy pronta edad ante el repentino fallecimiento de su marido.
En base a estas dos personalidades antagónicas “La fuerza del cariño” compone un mosaico de vivencias en que el amor profundo que vertebra las relaciones entre estas dos mujeres emergerá plenamente con toda su fuerza cuando viene una gran tragedia.
Cada una de las escenas, de los fragmentos que componen esta obra maestra de “La fuerza del cariño” nos descubre piezas definitorias de la evolución intima de sus protagonistas que nos llegan al corazón gracias a la fuerza de sus interpretaciones que transmiten tanta realidad y convicción.
Aurora, interpretada magistralmente por Shirley MacLaine es una madre sobreprotectora que convertirá a su hija en objeto de sus propensiones críticas, de su arrogante autosuficiencia, mientras que Emma, interpretado por una vitalidad increíble por Debra Winger, basculará desde pequeña entre el rechazo a toda la superficialidad que desprende su madre y de una dependencia afectiva de tan imponente figura materna .
Aurora siempre le reprocha a su hija Emma la poca atención que pone a su cuidado personal, a su desprecio por la observación de las buenas maneras, incluso se negará a ir a la boda de su propia hija por haberse casado la mediocridad de su novio como individuo y el desastre conyugal que forzosamente ha de derivarse de tamaño error…Incluso llegará a recomendar a Emma que aborte cuando se quede embarazada por tercera vez de su mezquino marido… Y durante todo este periplo se irá alternando entre ellas un lenguaje de amor, un belicoso lenguaje de amor, en el cual cada discusión no es más que otro preámbulo para un nuevo acercamiento materno-filial.
Aurora surcará el arco existencial de su hija aprendiendo de todo cuanto recibe de ella, aún chocando con muchas de sus convicciones, aprenderá el valor fundamental de dejar al desunudo nuestro ser ante hechos y circunstancias que deben nutrir de sentido y modesta trascendencia nuestras vidas. Aprenderá la importancia de su rol de abuela que gracias a Emma tendrá la oportunidad de desarrollar, aprenderá lo absurdo que es darle la espalda a la posibilidad de gozar de un romance otoñal con sexualidad incluida que su hija le animará a obtener de su peculiar vecino el astronauta, interpretado por Jack Nicholson en estado de gracia. Y sobre todo aprenderá la necesidad de despojarse de lo accesorio poniendo coto a su propia vanidad cuando la muerte afila sus colmillos para apresar a quienes más quieres en este mundo…
@Oscarcinefilo
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es al final de la película, tras la llegada de la tragedia, cuando Aurora habrá completado una dolorosa formación como madre, que la hará crecer como persona e instalarse por siempre en lo esencial de cuanto la rodea.
Emma también es madre, aunque asumió su maternidad de un modo totalmente distinto al de su madre. Va a encontrar grandes dificultades a la hora de conciliar disciplina y comprensión en sus tormentosas relaciones con Tommy, su hijo mayor en plena pre adolescencia. Y también tendrá que lidiar con el pequeño Teddy, su hijo mediano, cuando el niño ve como el ideal de hogar y madre que tenia, se estrella en desavenencias y adulterios que han conformado Emma y su marido Flap.
Pero el amor de una madre es poderoso. El amor de una madre es sacrificio, comprensión y perdón. Y Emma dará muestra de ello cuando llega el momento de despedirse de sus hijos entes de morir. Primero cuando le pide a su amiga del alma (…) en el hospital que la maquille mucho, que sus hijos no noten lo pálida que esta y saca fuerzas de donde ya no las hay para hablar con ellos. Y le dirá a Tommy sabe que ahora está enfadado con ella, que cuando pase su etapa de rebeldía y ella ya no este, quizá se sienta culpable por haberla odiado en estos momentos, pero cuando ese sentimiento de culpabilidad te llegue, le dice, entonces deberá recordad que ella ya sabía cuánto la quería, que nunca dude ni por un momento que ella ya sabía el amor de su hijo por ella a pesar de sus enfados y rebeldías… ¿Puedo haber una amor tan grande de una madre por un hijo ahorrándole el futuro sufrimiento de culpabilidad que tendrá cuando se mayor y se acuerdo de lo mal que se portó con su madre en esos duros momentos? Es el amor de madre hecho cine. Una escena devastadoramente hermosa, una madre moribunda protegiendo a su hijo de futuros males: del sentimiento de culpabilidad.
Para todo este tercio final de la película hizo mucho sobresaliente composición interpretativa de Winger, donde nada hay impostado, transmite una sensación de realidad, de frescura, de ternura, que dota al personaje de Emma de una fuerza inigualable. Que unido al de Shirley y su poderosa Aurora, hacen una complementación chispeante y dramática a la vez. Un trabajo portentoso que supone un deleite pocas veces logrado en el cine y en ninguna otra película de James L. Brooks.
Y la siguiente escena de fuerza dramática le corresponde al personaje de Shirley Maclaine, cuando ya su hija ha entrado en fase terminar irreversible: ya no puede hablar, ya no está consciente… Es el momento de la amarga espera. Y cuando llega el momento explotará en llanto su madre dando voz a la terrible contradicción existente entre el deseo de que cese la agonía de su hija y el anhelo de tenerla con vida y no tener que despedirse:
“- ¡Qué estúpida soy! Soy tan estúpida que creía que cuando todo acabara sería un alivio… ¡Mi pobre hija! …No hay nada más amargo.”
Hasta que finalmente llega la triste paz, y cierta armonio en la escenas finales de aquellos que aún quedan a nuestro lado y siguen dando calidez a nuestras vidas. Armonía que se trasluce en la sonrisa de Aurora al contemplar a su nieta y a su vecino el astronauta jugando…Una parte de la vida de Emma que sigue.
Emma también es madre, aunque asumió su maternidad de un modo totalmente distinto al de su madre. Va a encontrar grandes dificultades a la hora de conciliar disciplina y comprensión en sus tormentosas relaciones con Tommy, su hijo mayor en plena pre adolescencia. Y también tendrá que lidiar con el pequeño Teddy, su hijo mediano, cuando el niño ve como el ideal de hogar y madre que tenia, se estrella en desavenencias y adulterios que han conformado Emma y su marido Flap.
Pero el amor de una madre es poderoso. El amor de una madre es sacrificio, comprensión y perdón. Y Emma dará muestra de ello cuando llega el momento de despedirse de sus hijos entes de morir. Primero cuando le pide a su amiga del alma (…) en el hospital que la maquille mucho, que sus hijos no noten lo pálida que esta y saca fuerzas de donde ya no las hay para hablar con ellos. Y le dirá a Tommy sabe que ahora está enfadado con ella, que cuando pase su etapa de rebeldía y ella ya no este, quizá se sienta culpable por haberla odiado en estos momentos, pero cuando ese sentimiento de culpabilidad te llegue, le dice, entonces deberá recordad que ella ya sabía cuánto la quería, que nunca dude ni por un momento que ella ya sabía el amor de su hijo por ella a pesar de sus enfados y rebeldías… ¿Puedo haber una amor tan grande de una madre por un hijo ahorrándole el futuro sufrimiento de culpabilidad que tendrá cuando se mayor y se acuerdo de lo mal que se portó con su madre en esos duros momentos? Es el amor de madre hecho cine. Una escena devastadoramente hermosa, una madre moribunda protegiendo a su hijo de futuros males: del sentimiento de culpabilidad.
Para todo este tercio final de la película hizo mucho sobresaliente composición interpretativa de Winger, donde nada hay impostado, transmite una sensación de realidad, de frescura, de ternura, que dota al personaje de Emma de una fuerza inigualable. Que unido al de Shirley y su poderosa Aurora, hacen una complementación chispeante y dramática a la vez. Un trabajo portentoso que supone un deleite pocas veces logrado en el cine y en ninguna otra película de James L. Brooks.
Y la siguiente escena de fuerza dramática le corresponde al personaje de Shirley Maclaine, cuando ya su hija ha entrado en fase terminar irreversible: ya no puede hablar, ya no está consciente… Es el momento de la amarga espera. Y cuando llega el momento explotará en llanto su madre dando voz a la terrible contradicción existente entre el deseo de que cese la agonía de su hija y el anhelo de tenerla con vida y no tener que despedirse:
“- ¡Qué estúpida soy! Soy tan estúpida que creía que cuando todo acabara sería un alivio… ¡Mi pobre hija! …No hay nada más amargo.”
Hasta que finalmente llega la triste paz, y cierta armonio en la escenas finales de aquellos que aún quedan a nuestro lado y siguen dando calidez a nuestras vidas. Armonía que se trasluce en la sonrisa de Aurora al contemplar a su nieta y a su vecino el astronauta jugando…Una parte de la vida de Emma que sigue.