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España España · Barcelona
Voto de Tithoes:
7
Terror. Fantástico Cuando empiezan a desaparecer niños en el pueblo de Derry (Maine), un pandilla de amigos lidia con sus mayores miedos al enfrentarse a un malvado payaso llamado Pennywise, cuya historia de asesinatos y violencia data de siglos. Adaptación cinematográfica de la conocida novela de Stephen King "It". (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: la singular personalidad de los personajes se respeta hasta nostálgicos límites (puede que en demasía) e incluso el principal atractivo del filme, Pennywise (el payaso bailarín que aguarda en el alcantarillado del pequeño pueblo de Derry, donde las desapariciones y las muertes multiplican por seis las tasas del estado, para perseguir periódicamente sin cesar ni, en esta ocasión, censurar, a los jóvenes para nutrirse de sus pavores adoptando las formas físicas de sus mayores traumas, aquí ardientes tragedias, temidas enfermedades, autoritarios parentescos, históricas figuras, amorfas presencias, burlescas marionetas, y, sobre todo, carnales pérdidas), es tan válido como su antecesor sin respetarse estéticamente ambos, envidiando poco o nada el de Bill Skarsgard al de Tim Curry; la osadía de retomar el clásico literario de Stephen King requería rigidez direccional y vaya si la asume y demuestra Andrés Muschietti (responsable del fascinante cortometraje Mamá y su homónima adaptación cinematográfica, mucho menos maravillosa, por cierto) adaptándose, con alternativas pero reverencialmente, a las exigentes circunstancias para ofrecer una versión mucho más humana y macabra que la que firmara Tommy Lee allá por el ya lejano año mil novecientos noventa, apropiándose de icónicos momentos pasados (como declaraciones vía amorosos poemas y pedaleos en bautizadas bicicletas) y patentando otros que no serán olvidados jamás (en especial el cercenador inicio y la brutal secuencia del lavabo, impactantes como pocos); la modificación de acontecimientos recuperándolos (el extravío del barco de papel con parafina, la batalla de lanzamientos de piedra entre bandos, la grabación de determinado nombre con navaja..., sin descuidar la increíble similitud de algunos intérpretes), alterándolos (el tirachinas casero por la pistola de aire comprimido, el pacto de compromiso verbal por uno de sangre, la imaginaria guarida del villano por otra más tangible...) o ingeniándolos (la incineración de familiares en el matadero, la proyección de diapositivas en el garaje, el estudio de historia en la biblioteca...) sorprenderán a propios y extraños, habiendo merecido la pena la espera del lanzamiento desde que se anunciara el regreso de tan escalofriante universo muchos meses antes del estreno del mismo para impacientar a los seguidores e incrementar el posterior éxito en taquilla, confirmado al recaudar más de dos cientos millones de dólares en todo el mundo en menos de una semana en cartelera.

Lo peor: la mezcla de géneros no se resuelve tan exitosamente como podría, planteándose poco inteligentemente comedia (se apela a ella en incontables ocasiones y a menudo se abstrae al espectador de la inmersión), drama (se enfatiza tanto en la superación de la marginalidad que la conmoción se convierte en cierto sopor), fantástico (se adultera para impresionar sin atender a conveniencias argumentales), romance (se dibuja un sensible pero típico triángulo amoroso), suspense (se introducen sonidos a denunciables decibelios), terror (se muestran explícitamente matices que debieran originarse únicamente en la mente del respetable) y, en menor medida, otros subtipos; el sentimentalismo, solamente equiparable en su exceso al componente comercial apreciable en la extensión de la cinta no para profundizar en la arrogante, tierna e inocente etapa de la adolescencia que se retrata sino para justificar el ya anunciado oficialmente segundo (y teóricamente último) capítulo que verá la luz el año próximo situándose veintisiete primaveras (o mejor expresado, veranos) después para completar la translación y responder a cuestiones planteadas en esta (la mayoría en relación con la chica, tales como con quién se dio su primer beso, qué rol frecuentaba realmente en su desestructurado hogar o por qué porta colgando sin excepción una llave al cuello), defraudará a quienes busquen pureza fílmica; el (sobre)uso de efectos digitales (nada especiales) reabre el debate sobre si se puede siniestrar un trabajo al recurrir a él como aquí se hace, pues mientras las nuevas generaciones sostendrán que la efectividad es total otras, anteriores o simplemente defensoras del buen hacer artesanal, se mostrarán inflexibles a la hora de asegurar que antagonistas como la mujer desfigurada o el combatiente decapitado (en contraposición al leproso acosador o el progenitor sobreprotector) no tienen cabida en una adaptación como la que ocupa pese a que los talentosos actores sufran indistintamente los peligros.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Tithoes
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