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España España · Madrid
Voto de horacio:
10
Drama Camille viaja a Ouessant, la isla donde nació, a vender la casa familiar. Pasa la última noche en blanco por culpa del descubrimiento de un secreto. En 1963, mientras su padre trabajaba de farero de La Jument, llegó un hombre que se asoció con él. Sólo se quedó dos meses, pero le bastaron para causar verdaderos estragos... (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una isla, un faro con la dura dinámica de los años 60, la miserable cerrazón de quienes se encierran en su propio mundo y temen y desprecian a los de fuera; la cruel ocupación francesa de Argelia como fondo, como pasado nada glorioso, y en el centro dos hombres y una mujer singulares: sufrientes protagonistas de elecciones equivocadas, prisioneros de un mundo estático, doloroso, en medio de una vida cotidiana aparentemente amable.

Dos hombres y una mujer en un triángulo atípico, en un contexto muchas veces transitado por el cine francés, pero que esta vez tiene el ritmo, la cadencia, las interpretaciones de una obra original sumergida en una creación donde todo confluye hacia una obra superior en la que lo que no se dice tiene más valor y vigor que cuanto se habla. Silencios con alta tensión, fotografía que desnuda la violencia del mal y la ternura de los pocos gestos compañeros.

El extraño es un individuo que llega de fuera a irrumpir en un faro, en una isla. Pero el título original, L´Equipier es más ajustado: El compañero (de equipo), y lo es sobre todo porque en esa señal de un compañerismo ganado poco a poco y nunca del todo disfrutado es la clave sobre la que se ha elaborado este espléndido poema en el que la gran Sandrine Bonnaire (La vida prometida; La ceremonia) aporta el tono central para que todo se desarrolle adecuadamente, pero fundamentalmente basado en las actuaciones de dos actores extraordinarios: Philippe Torreton (Hoy empieza todo; Capitan Conan) y Grégori Dérangère (El pabellón de los oficiales, Bon Voyage), capaces de tornar verosímiles todos sus encuentros, en un crescendo que inquieta y conmueve: dos hombres desgraciados, incapaces de romper amarras y destruir la enorme frustración que les domina.

La fotografía y la melancólica banda sonora enmarcan el duro paisaje y las vibrantes emociones para que permanezcamos pensando y doliéndonos con El compañero que todos necesitamos: después de todo en el momento más amargo de nuestra vida, incluso en el más peligroso, puede surgir de entre la bruma una mano tendida que al menos ilumine una parte de la mayor oscuridad.

Lo dejo así, con la misma cuota de misterio que plantea la película como climax y tensión dramática. Ojalá sirvan estas palabras para invitar a muchos espectadores a conocer esta obra magnífica muy poco conocida.
horacio
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