Nunca Blake Edwards fue tan audaz rememorando y consagrando el splastick, el viejo género de los tartazos y los mamporros del cine cómico. Donde muchos se aburren frente a un destartalado enjambre de chistes gruesos sobre Hollywood, yo me divierto a lo grande ante un brillante ejercicio en el que el burla burlando del cine dentro del cine ignora la compasión con gran espectáculo de circo de tres pistas y final tragicómico.

Y para esto cuenta con un reparto sobresaliente en el que gente con talento y mucha experiencia permite su propia caricatura, además de pasárselo en grande mofándose de ese mundo artificial, demagógico y cruel... dedicado a fabricar sueños para el mundo entero. Es una faceta parodiable no sólo al estilo splastick, sino también al de las revistas musicales aunque aquí no haya coreografía propiamente dicha, si bien el gran Edwards compone su comedia-cómica con férrea disciplina musical.

La risa está servida y además con unos segundos de top-less de Miss Andrews quien así se quita el estigma de se mira y no se toca, señorita Poppins o novicia pudibunda y cantarina: también eso consiguió Edwards, que Julie se relajara y olvidara ese aire Cambridge tan característico. Entre sus brillantes compañeros, William Holden, quien nunca brilló en este género y tampoco lo hace aquí, aunque emociona saber que esta es su despedida, meses antes de morir de una resaca con golpe en la cabeza. Tenía 63 años.

S.O.B. no es lo que en España se ha puesto, para nada: Son Of Bitch, Hijo de Puta, que en la película se expande hacia un rutilante plural.