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España España · Madrid
Voto de horacio:
10
Intriga. Thriller. Cine negro Nueva York, 1942. Leon Bernstein es el mejor fotógrafo de sucesos de la ciudad, sobre todo porque consigue llegar al lugar del crimen al mismo tiempo que la policía. Sus fotos siempre muestran el horror y el pánico que los demás desean ver. Cuando la atractiva viuda Kay Levitz, propietaria de un elegante club nocturno, le pide ayuda contra la mafia, que la presiona con las deudas de su difunto marido para que venda su negocio, Bernstein accede. (FILMAFFINITY) [+]
15 de febrero de 2008
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las miserias de la ciudad desnuda atravesadas por el ojo de un artista: un reportero de sucesos, despreciado por la jet, por la intelligentsia, por los arrastrados que comen las migajas, pero a él no le importa, se mantiene en pie exhibiendo el mundo de los miserables, siendo él mismo un héroe y un canalla más.

Da pena ver a este gran actor en muchas películas mediocres o repetir hasta el hartazgo su gran personaje desaforado creado por Scorsese en Uno de los nuestros y Casino.

Más pena da verle aparecer en la recta final de El buen pastor, que dirigió De Niro. Si no fuera porque estaba esperando su aparición, hubiese pasado de largo por lo breve de la secuencia y por su estado irreconocible, prematuramente envejecido, como si estuviese superando grave enfermedad o incluso a punto de caer para no levantarse más.

No os perdáis la versión original: auténtica proeza esa vocalización con el puro en la boca. Y la voz cuando se quiebra cerca de la chica... y en los diálogos formidables con su viejo amigo.

Podemos volver una y otra vez sobre esta obra maestra, rara avis en la trayectoria del director y en la de Bárbara Hershey.

Desde los créditos, fotografía y banda sonora ya crean la atmósfera precisa para invitarnos a descubrir una visión completamente diferente de la penuria social americana de los treinta-cuarenta, la activa participación de la prensa canallesca y la influencia de las mafias; y encima con el apasionante añadido de mostrar la corrupción institucional en tiempos de guerra.

Tiene secuencias y momentos musicales que vienen a mi mente una y otra vez.

El ojo público, la mirada de un pobre fotografo que es un gran artista aunque parezca un pobre tipo arrastrándose entre espinas por uno poco de dinero o por la caricia de la mujer más bella e inalcanzable del mundo.

Aquí está el mejor Pesci, digno de mil premios que no recibió: duro, tierno, fuerte como un roble, débil como un niño, audaz como un adolescente, valiente como un hombre enamorado.
horacio
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