¿Hasta qué punto podemos llegar a torturarnos con tal de satisfacer nuestra curiosidad? ¿Es necesario saberlo todo acerca del pasado de nuestra pareja? ¿Y si lo sabemos somos capaces de vivir con ello? ¿Somos tan prácticos como para darnos cuenta de que lo importante es que AHORA esa persona nos quiere y lo demás son chorradas? La naturaleza humana es compleja, a veces nos creemos el ombligo del mundo y pensamos que en la vida de la otra persona sólo estamos nosotros, incluso antes de conocerla, como si esa persona se hubiera pasado la vida únicamente esperando a que llegaras en vez de vivir su propia vida (cada persona a su manera). Y ahora pongámonos en el lugar de la otra persona, ¿Debe esa persona contarle todo sobre ella misma y su pasado a su pareja porque cree que tiene derecho a la verdad o es mejor ahorrárselo y no poner en peligro una relación que no querría romper por nada del mundo? ¿Debe avergonzarse de las cosas que haya hecho o por el contrario tiene derecho a empezar de cero y no seguir castigándose por algo que quizá sea realmente comprensible?
Todas estas preguntas (entre muchas otras) son las que nos lanza Kevin Smith en esta magistral cinta. La naturalidad con la que se abordan los temas sexuales, por ejemplo en una simple conversación es impresionante (realmente difícil de encontrar en el cine). Cuenta con diálogos más que ingeniosos, pero es que además te puedes encontrar desde la conversación más friki (en el buen sentido de la palabra) a las reflexiones más profundas. Me duele que esta película haya pasado desapercibida, quizás si en la carátula pusiera que está dirigida por ejemplo por Ang Lee hubiera sido más reconocida.
A mí esta película me ha hecho pensar y os recomiendo que no os lo penséis y la veáis cuando tengáis oportunidad.