Mala con ganas. Una famosa cantante queda varada en un pueblito del norte de Inglaterra.
Allí conoce a un apuesto viudo y nace el amor.
Los protagonistas Rachel Shenton y Mark Killen, mucho gusto, cero químicas.
El, un grandote sin gracia, demasiado adulto para hacer de galancito.
La fotografía blancuzca, fea. Filmaron tres o cuatro escenas en exteriores, sin nadie en las calles.
Parece que era muy caro contratar un par de extras.
Los diálogos terribles, muy, pero muy cursis.
Los secundarios insufribles. La que hace de madre, una señora rolliza, que no hace más que decir obviedades .
La que hace de hija, una niña que solo sabe hacer mohines, dan ganas de mandarla pupilo hasta el fin de los tiempos.
Consejo tío: tomate una cerveza, fúmate un canuto y mira un documental del apareamiento de las morsas.
La vas a pasar mejor.