La venganza ha sido una temática permanente y recurrente en el cine con múltiples puntos de vista y revisiones. Con la memorable "Sin perdón" parecía que se había llegado a cerrar la fructífera etapa del western vengativo. Pero la magia del cine permite siempre ir más allá. "Una joven prometedora" va de venganza, de una terrorífica y demoledora venganza con la particularidad de que no se queda en lo simple y supera el manoseado "ojo por ojo".

La directora y actriz Emerald Fennell nos sumerge en la mente lista, perturbada e infantil de la protagonista en busca de una catarsis liberadora sin límites en un marco estético deslumbrante, una narrativa desbordante de ingenio y unos toques de sarcasmo inteligente para terminar con un memorable final que recordaremos durante años. Todo ello conformará una combinación ajustada y rotunda.

El mensaje se desprende sin fisuras en consonancia a su contundencia y hace un retrato de las múltiples complicidades culpables que rodean unos hechos denigrantes. Desde los compañeros que quitan importancia a lo sucedido, unas instituciones que miran hacia otro lado o un entorno que busca las causas en el comportamiento de la víctima.

No se busca en ningún momento nuestra aprobación o empatía. La intención va más allá, se intenta -y se consigue, sin duda- captar nuestra atención de una forma cautivadora para desnudarnos y preguntarnos sinceramente si nuestra indiferencia nos sitúa directamente en el grupo de las actitudes cómplices y culpables. No está de más decir que la interpretación magnética de Carey Mulligan ayuda a que la película te enganche y te sacuda sin contemplaciones. Una comedia negra, negrísima, que con unos memorables giros de guión apunta directamente a las entrañas. Imprescindible. (8)
>> bit.ly/3xo7X71