"Chico y Rita" –ganadora del Goya a la mejor película de animación- es el resultado de unir el talento del cineasta Fernando Trueba, el artista plástico Javier Mariscal y el músico Bebo Valdés. Si a esto añadimos el jazz de los años cuarenta y cincuenta, La Habana y New York, temas clásicos que van desde el bolero hasta el be-bop con intérpretes de prestigio y una hermosa historia de amor que atraviesa edades y océanos, el resultado es tan atractivo como interesante.

"Chico y Rita" está concebida como un musical jazz de animación que intenta recrear los ambientes de una época y una cultura, aquellas que coincidieron con la edad de oro del cine de Hollywood y con el estallido del jazz moderno, pero también con las transformaciones de Cuba tras el estallido de la Revolución, si bien los autores pasan de puntillas sobre el tema político.
La técnica de animación le da un enfoque estético original, cálido y fluido, casi documental en la recreación de ambientes y personajes históricos, en el que los elementos móviles se desplazan con gracia en escenarios estáticos sorprendentes y envueltos en un trazo suelto, impresionista, que se adapta perfectamente a la excelente banda sonora compuesta por Bebo Valdés a quién está dedicado el film.

Además de homenajear el jazz y la cultura latina, en "Chico y Rita" hay una cierta nostalgia hacia el paraíso roto de una época dorada, en la que también tiene cabida el amor al cine con referencias hacia el musical ("Ha nacido una estrella", "West Side Story") o el cine negro, con la subtrama de Chano Pozo.
Por ponerle un pero, quizás a la historia de amor le falte algo de fuerza pasional, la trama se resienta en algunos momentos y el final resulte un poco forzado, pero el envoltorio resulta tan atractivo visual y musicalmente que suple por completo esas pequeñas carencias.