Con un comienzo intrigante que nos sumerge en un largometraje que promete, Disturbia nos introduce en la historia de un rebelde con causa que, tras agredir a un profesor, ve limitada su libertad por una sentencia que le obliga a quedarse en casa. El chaval lo lleva con mucha simpatía, y nos empieza a caer muy bien.
Sin embargo, la historia peca de utilizar los mismos ingredientes para el pastel que otros thrillers del palo. A saber:

- Chico protagonista inteligente y observador
- Amiguete del protagonista, algo bastante imbécil y prescindible en la mayor parte de la cinta
- Chica guapa tipo Mary Sue que acaba con el chico inteligente
- Psicokiller con increíble astucia, agradable persona y buen vecino, con una innata capacidad para cometer sus fechorías sin dejar rastro alguno, y especial habilidad de caer bien a la pasma. Por supuesto, también dispone de un sentido arácnido que le hace saber cuándo le espían y qué información poseen sus observadores.
- Policías ineptos que se niegan a creer al protagonista (pese a que la descripción del asesino y algunos objetos coinciden, no se molestan en abrir una investigación) Al final, abren los ojos y aparecen justo cuando ha acabado la chicha del asunto y ya no son necesarios.
- Elevación de la música y sobresaltos sin sentido para que el espectador se hunda en su asiento
- Descenlace chachipiruli, el asesino muerto y besito final

Sencillamente, no puedo entender que se le pueda poner una calificación como Buena o Notable. Desde que empezó a ponerse con las cámaras de espionaje, supe qué iba a ocurrir en cada siguiente fotograma de los insufribles ochenta minutos restantes.

Qué menos que hacer dos giros argumentales. Tendrían el mismo final, pero por lo menos sería un pelín más curioso. Pero como no ha sido así, es tremendamente aburrida.