¡Vaya cliché estadounidense nos han clavao, ¡descomunal! Debemos estar sobreestimulados, con la sensibilidad a flor de piel por los incesantes impulsos a los que nos vemos sometidxs para que esto despierte nuestra sensibilidad, musicalmente no vale nada, dramáticamente vale menos que nada, los giros son previsibles, me ha resultado aburrida, insincera, superficial, espectacular (en el peor sentido de la palabra), burda... Como película musical es un cero, como filme que trate de criticar a lo que nos somete la sociedad para alcanzar aquello que es socialmente aceptable tiene un puntillo, pero un puntillo nada más.

Mis críticas suelen ser exaltadas las positivas y moderadas las negativas, pero es que me he imbuido en el modo sargento soyunmachoysolamentesalenpalabrotasdemibocaconlaexcusadefabricarunnuevoBird y no consigo salir de él, espero que esta noche no me de por soñar que la sangre salpica mi rostro o que soy una batería porque me despierto baldao, ¿a qué viene tanta fijación por la sangre y el sudor que hay que derramar?, ¿dónde queda la sensibilidad?, la sensibilidad que se puede observar en tantas sesiones de jazz en tantos lugares a pesar de lo rápido que puedan ser los temas. La sensibilidad del recurso y la sorpresa y no la de la estimulación a base de golpear primitivamente un instrumento hasta el límite de la velocidad.

Cualquier capítulo de Jazz entre amigos (podéis encontrarlos en A la carta de RTVE transmite más lo que es el jazz que esta mamarrachada.

Sí, me he quedado a gusto.

Bueno no, sigo triste al pensar que esto pueda considerarse un éxito fílmico, el cine, en mi opinión (todo lo escrito arriba es una opinión, eso por delante) es otra cosa. No sé lo que es, por supuesto, pero a veces lo he vivido y mi intuición sumada al recuerdo de esos momentos me dicen que el cine es otra cosa.