Tras el retraso por la pandemia, en 2021 no solo nos han traído el spin-off “Stories”, sino que, por primera vez, una temporada cuenta dos historias diferentes e independientes.
Vistos los diez episodios, la verdad es que el ritmo y desarrollo de ambos argumentos no exigían que emplearan más entregas, así que la idea de hacer esta distribución me ha parecido muy bien.

“Red tide”

Un escritor con bloqueo y su familia llegan a un pueblo costero en invierno, un lugar muy solitario y frío en el que pronto descubrirán que entre sus habitantes hay algunos un tanto peculiares y peligrosos.
Por una vez, no me impresiona el diseño de la cabecera. Respecto a la historia, introduce un tipo de monstruo que ya estaba tardando mucho en aparecer en la serie, pero como siempre, lo hace con su toque propio y sin excederse con los clichés. Introduce actores nuevos, de los cuales me ha sorprendido la niña violinista, y recupera al de “Solo en casa” tras muchos años de limbo. Además, su personaje es bastante curioso. Evan Peters repite con un papel tan bien interpretado como odioso en sus rarezas y forma de ser. Sus canciones de karaoke me sobran, pero es lo que hay.
Aunque por momentos la ambientación es muy buena (el cementerio, por ejemplo), como suele suceder con esta serie, nunca llega a dar demasiado miedo. Pero sí es un guion bien conseguido y que atrae, dejando siempre ganas de ver el siguiente capítulo con sus giros imprevistos y buenos “cliffhangers”. Invita a ser vista en poco tiempo, incluso en plan maratón.

“Death valley”

Un curioso y largo prólogo nos lleva a los años 50, en puro blanco y negro, para situarnos en la formación del área 51, con sus conspiraciones, extraterrestres y abducciones de las que tanto se hablaba en “Expediente X”. La música y los efectos especiales están hechos también con un estilo antiguo, de la serie B propia de esa época.
Me gusta el papel de Neal McDonough como Eisenhower. Encaja muy bien este actor.
Tras la toma de contacto, volvemos al presente (aunque luego seguiremos volviendo mucho al pasado) con el típico grupo de salidos descerebrados que se mete en un buen lío por estar en el lugar y momento equivocados. Y es entonces cuando la miniserie recupera por momentos el particular estilo de la franquicia.
El guion en principio no es malo, pero no me ha enganchado tanto como “Red tide” y otras entregas de “AHS”. De hecho, diría que es la parte que menos me ha gustado entre todas las temporadas que llevamos.