El genial cineasta hizo aquí uno de sus buenos trabajos habituales en el campo del drama. Su presencia casi siempre es garantía de buen cine.
En una carrera contra el tiempo, un periodista trata de salvar la vida de un inocente condenado a muerte. Ahí es nada.
A pesar de que la película es una pura investigación y se hace un poquillo larga, Eastwood sabe hacerla interesante con su personaje, y también con el de Isaiah Washington.
Es de esos films que no parecen estar pensados para ser vistos muchas veces, pero que no por eso deja de ser bueno.
Creo que la idea es hacernos pensar en la pena capital, de una manera quizás menos profunda e intensa que en aquel dramón con Susan Sarandon y Sean Penn, pero igualmente efectiva en ese sentido. También toca de soslayo el tema del racismo en los Estados Unidos.
Siempre está bien que nos hagan pensar mientras nos entretienen, y si encima es Clint quien lo hace, pues mejor que mejor.