En este policíaco de andar por casa, Michael Douglas y Andy García viajan a Japón en busca de un criminal fugado, que está relacionado con la “yakuza”.
Se supone que lo único nuevo que ofrece la película es descubrir el mundo de la mafia japonesa, con sus curiosas costumbres que proceden de la época de los “samurais”.
Sin embargo, aparte de eso, el amigo Ridley no tiene mucho más que dar en esta película, una de las más flojas de toda su carrera, que no pasa de ser una de policías del montón.
Mala no es, eso está claro. Para mala, “El consejero” que es la peor que ha hecho con muchísima diferencia (al menos de las que he visto). Sin embargo, esta “lluvia negra” no se deja ver más de una vez sin hacerse extremadamente pesada.
Y es que solo tiene emocionantes el principio, el final, y una secuencia intermedia en la que Andy García torea motos (tal como suena). Todo lo demás es lento, pesado, aburrido y muy poco interesante.
Y eso que Michael Douglas pone su empeño. Su actuación es creíble, con esa obsesión por pillar al malo, pero su trabajo no consigue salvar la situación en una película en la que el argumento está muy mal desarrollado.
Hay películas que están hechas para ser vistas una única vez en la vida, porque más o menos gustan, pero si repites solo encuentras pesadez, como con algunas comidas.
Ni Douglas, ni García ni Scott pasarán a la historia por ella. Muy justa.