A medio camino entre el género negro y el thriller policiaco, la película es muy sencilla y tópica en su planteamiento, pero gracias al buen hacer de Neeson, sube algún punto más.
El solvente, versátil y prolífico Liam aquí hace de un investigador que quiere resolver un caso de secuestro y asesinato, que resulta irse complicando según avanza la historia.
Neeson es un tipo que cae bien. En su carrera ha hecho de todo, y a base de trabajo, ha logrado ser un actor reconocido y en buena relación con el público. Lo cierto es que la mayoría de sus películas están bien, y si no, al menos siempre gusta verle actuar, a lo que contribuye mucho su excelente actor de doblaje en España.
En este caso, su presencia favorece mucho a la película, que como he dicho antes tampoco es que sea nada del otro mundo en principio.
Este detective se mueve en un mundo desagradable, lleno de personajes de baja ralea, pero en un momento dado conoce a un simpático chaval que le ayuda bastante en su investigación. Sin embargo, ninguno de los actores secundarios es conocido, a pesar de que actúen muy bien.
Aunque el título sea un poco raro, se refiere a una escena de gran tensión, de la parte final, cuando todo se vuelve más interesante.
Recomendable para fans de Liam Neeson y de los thrillers de investigación en general.