Uno de los escenarios que da más juego en una comedia es la celebración de una boda.
Con el típico estilo del humor francés, aquí tenemos una galería de personajes peculiares en un ajetreado día de trabajo en una empresa de catering.
Desde mi punto de vista subjetivo, no es una comedia desternillante, pero sí lo bastante divertida y entretenida para echar un buen rato, teniendo en cuenta que dura casi dos horas.
El humor se basa principalmente en los diálogos, que alternan entre los de besugos (como en la entrevista de trabajo) y los inteligentes.
La película no tiene un argumento estructurado, sino que es una mera sucesión de situaciones divertidas que se van encadenando en esta boda de principio a fin.
Todos los personajes tienen su puntillo: el cantante, los camareros, los pakistaníes, el fotógrafo, etcétera. Pero el que se lleva la palma es el protagonista, el jefe de todos ellos, un personaje muy mordaz que cada vez que habla sube el pan.
Y así, en esta boda que cada vez se va complicando más, cuando uno menos lo espera y sin que haya pasado gran cosa, llegamos al final.
Es una comedia muy ligera y sencilla, sin profundidad y que no cae en el típico romanticismo.
Me ha gustado, pero reconozco que ni me entusiasma ni me he reído excesivamente con ella.