Un famoso crítico dijo una vez que una película es buena o mala de manera subjetiva para cada espectador. Si te gusta, para ti es buena. Y al revés también, claro.
Pues bien. Tengo que ser sincero. Aunque sea un clásico de David Lean (menos famoso que otros de su carrera, eso sí), tenga música de Maurice Jarre, un buen reparto y una buena fotografía, a mí me ha resultado un auténtico tostón. A lo mejor es buena, pero a mí no me gusta
Es verdad que hay películas que me resultan buenas y tostones al mismo tiempo, pues aunque parezca mentira eso no es incompatible. Precisamente eso me sucede con otras de Lean, sin ir más lejos.
Pero este es uno de esos casos en los que tengo que discrepar de la mayoría de las opiniones, aun a riesgo de que mi crítica aparezca en algún artículo de malas críticas para buen cine, como ya me pasó con la de “Lo que el viento se llevó” (cuando en realidad quería decir que era buena pero que no me parecía para tanto).
Con “La hija de Ryan”, he estado constantemente esperando ese momento en que se suponía que iba a empezar a gustarme, y después de unas interminables 3 horas y cuarto, que en términos relativos me han parecido el doble, ese momento no ha llegado.
Me resulta indescriptiblemente aburrida y larga, con sus eternos silencios, su lentitud con velocidad de crecimiento de planta y su insulsa historia de triángulo amoroso que, admitámoslo, a día de hoy se ha quedado rancia y anticuada. Puede que fuera excitante o escandaloso en su momento verle una teta de refilón a Sarah Miles, pero hoy esto no da ni frío ni calor.
Entiendo que es un film de otra época del cine. Con los clásicos siempre trato de cambiar mi visión, e incluso suelo subir la nota de mis críticas solo por el mérito de hacer una buena película sin los medios de hoy en día. Pero esta vez ni haciendo ese esfuerzo mental me logra satisfacer como espectador.
Es un auténtico piñazo, que tiene todos los elementos del cine clásico bueno, pero que es tediosa hasta la extenuación. Ni siquiera la secuencia del naufragio ni el desenlace la salvan después de tantos minutos de aburrimiento.
¡Y encima cada dos por tres sale el tonto del pueblo ese, que realmente no aporta nada a la historia! ¡Insoportable!