Annaud continúa con sus extraños experimentos cinematográficos. El galo se atreve a filmar un largometraje en gran parte sin diálogos e interpretado por osos. Todo un riesgo que desde luego le salió bastante bien.
En esta aventura, seguimos la vida de un osezno por el bosque, hasta que se hace mayor. Solamente aparecen dos o tres personas que son cazadores, y aún entre ellos hablan bastante poco.
Pero la película está muy bien hecha y el guion es bastante interesante. Siempre están pasando cosas en un entorno lleno de paisajes espectaculares y de esta forma nunca aburre.
Hay que reconocer el exageradísimo trabajo que debieron desarrollar para amaestrar a los osos y conseguir que actúen de esta manera ante la cámara. Debió ser un rodaje realmente complicado.
Desde luego Jean-Jacques Annaud es el mejor director francés de su momento, con una filmografía llena de títulos interesantes y sobre todo transgresores.
Especialmente recomendada para los amantes de la Naturaleza.