De vuelta en Madrid, Torrente y su "letal" grupo de ayudantes tendrán que hacerse cargo de la seguridad de una eurodiputada amenazada de muerte.
El personaje pierde mucho fuelle en esta tercera entrega, en la que los chistes ya no causan tanta gracia y se ríe uno más con las curiosas apariciones de famosos (¿Qué puñetas pintan aquí Oliver Stone y Carlos Pumares?) que con los gags.
Sin duda mejor que Santiago Segura son los papeles de José Mota y Tony Leblanc, que es lo único que se parece a una verdadera actuación en esta película.
A destacar la escena de la persecución en coche. Es sorprendente que en un film que ni se toma en serio a sí mismo encontremos esta secuencia que verdaderamente está muy bien rodada con un montaje que ya quisieran otras.
También llama la atención la canción de Rosa en unos títulos de crédito que ya son marca de la franquicia: imitación de las películas de James Bond, un personaje en las antípodas de Torrente.
En cuanto a la inexistente historia, pues no se le puede exigir mucho. Una sucesión de chorradas gamberras y apariciones de invitados que jamás pasará a la historia del cine español. Pero ¿qué se puede esperar de Torrente? Tan solo echarnos unas risas, aunque en esta ocasión, serán menos que en otras entregas.