Fueron muchas las escenas que me impactaron. Una de las mejores en mi opinión es la de la mujer frente a un escaparate. Una mujer iraní pasea entre la multitud con la cabeza gacha, de repente se para en un escaparate de una perfumería. El escaparate está lleno de anuncios de perfumes con fotografías de bellas mujeres occidentales con la cara y el pelo descubierto y con poca ropa. La mujer mira por un momento aquellas fotos y de repente le sale el dueño de la tienda echandole la bronca por parase a mirar. No entendí muy bien la escena hasta que salí del cine y me la explicó un amigo exiliado iraní con el que fuí al cine. Los perfumes no los compran ni los eligen las mujeres. Son comprados y elegidos por los hombres. En el Iran fundamentalista islámico, la mujer es un OBJETO en todo su significado y no es un ser humano.