Americanada pura y dura que, gracias al buen hacer de Cameron Crowe tras las cámaras, consigue ser algo más que otra película llena de topicazos, algo que casi es precisamente por s propio guión.

El después oscarizado por 'Casi famosos' Cameron Crowe se lo guisa y se lo come en esta película. El guión es de manual, sí, pero solo eso. Siguiendo los pasos necesarios, el guión fluye sin sobresaltos pero sin nada que destacar, salvo el hecho de conseguir una trama formada totalmente por subtramas, en lo que es una gran ironía teniendo en cuenta que el nombre de la película es el del protagonista. La dirección gana puntos para la película, con una planificación más que acertada en lo que a la selección de planos se refiere y a la puesta en escena, que está preparada para que todo se desarrolle con ligereza. Pese a que la dirección supera al guión, hay que decir que ciertas escenas están cerca de la vergüenza, cosa que empobrece a la cinta no solo por las escenas en sí, sino por dejar al espectador descolocado ya que de repente, zasca, te colocan algo que parece sacado de otra película.

Tom Cruise tiene su eso, la verdad. Cuando se empeña, se convierte en un gran actor, y aquí vuelve a demostrar que puede ser solvente... a ratos. Y es que cuando sus personajes sacan su punto romántico, Cruise se convierte en el histriónico personaje al que interpretaba en 'Magnolia', muy parecido a la imágen real que todos tenemos de él. Renée "morritos" Zellwege es una mujer nacida para hacer papeles como este, de mujer "osito". No es porque sea una actriz que se desenvuelva a las mil maravillas en esos personajes, es que su capacidad interpretativa no supera a su imagen, y eso es un problema bastante grande. Cuba Gooding Jr. es un actorazo. Eso no lo va a discutir nadie, y menos en esta película. Interpretando al personaje más pintoresco de la película, se sale. Un gran trabajo el suyo, sí. En casi cualquier otro año, el Oscar al actor secundario hubiese sido suyo de calle, aunque en 1996, para mi gusto, el claro ganador debería haber sido el jovencísimo Edward Norton por 'Las dos caras de la verdad'. Para concluir el apartado interpretativo, destacar el buen hacer del pequeño Jonathan Lipnicki, que salva varias escenas con su naturalidad.

Resumiendo, que es gerundio: la película se ve con la misma facilidad con la que se olvida, entre otras cosas porque tiene cosas para olvidar. El mayor problema del film probablemente reside en que no existe término medio: o es demasiado evidente (diálogos aclaratorios en momentos clave) o deja demasiadas cosas en el aire (como el desencadenante de la historia). Las interpretaciones están a un nivel bastante alto en general y son el plus que necesita la película. Película sobrevalorada en su momento a la que el tiempo ha acabado poniendo en su lugar.