Las vírgenes suicidas es el primer largometraje de Sofia Coppola (el apellido no necesita presentación). Evocadora y con la tentación como telón de fondo, se disfruta mientras se ve, pero al final queda la sensación de que no se nos ha contado nada.

Sofía Coppola tras las cámaras. Con un maestro como su señor padre en casa, la chica quieras que no, pues ha bebido cine hasta en el biberón. Eso se nota en la delicadeza de los planos y en el aroma a cine puro que tiene la película (y que Sofía llevaría a su máxima expresión en su siguiente película, Lost in Translation). Adaptando la novela de Jeffrey Eugenides, Sofía Coppola escribe el guión para manejarlo ella misma, lo que le otorga un alto grado de poder de cara al resultado final. El desarrollo es dinámico y original y está organizado con brío por la hija del maestro, que demuestra tener las cosas claras y una forma muy interesante de ver el cine, como demuestra su soberbia presentación de personajes. El fallo, supongo que atribuído a la novela, es que pese a que intenta vendernos la dificultad del entendimiento humano para entender su existencia y, sobretodo, la de los demás (aunque sean de su propia sangre), al final queda el sinsabor de la vacuidad.

Una jovencísima Kirsten Dunst protagoniza la película con más encanto que talento. La ya preciosa (pese a contar 17 primaveras solamente) actriz de Nueva Jersey pasea sonrisa y sensualidad (casi sexualidad) por la pantalla, pero aporta poco a un personaje que debería ser profundo y difícil de comprender. Un James Woods "abuelizado" rinde a un gran nivel, viéndose un tanto encadenado por un personaje que da poco de sí. Kathleen Turner es, posiblemente, la que está a mejor nivel de todos. Si bien su papel es unidimensional, la actriz lleva con naturalidad el registro y consigue magnificarlo. Josh Hartnett, por último, se convierte en una pareja de baile perfecta para Kirsten Dunst, desfilando con su eterna adolescencia por delante de las cámaras sin aportar mucho más.

Resumiendo, que es gerundio: Las vírgenes suicidas está concebida, sin duda, para hacer pensar. Siendo una película entretenida, original y bien planteada, su floja ejecución hace que, a mi entender, no sea una gran película, pues no consigue lo que se propone.