En alguna que otra edición de El jovencito Frankenstein podemos ver en portada un anuncio que dice "La comedia más divertida de todos los tiempos". Yo no diría tanto, pero sin duda es una de las mejores.

Mel Brooks es algo así como un dios del humor en el cine. Hay quien dice que sus chistes no tienen gracia y sobre eso nadie puede decir lo contrario, puesto que es un tema muy relativo. Sin embargo, Brooks puede presumir de ser un adelantado a su tiempo y eso no se lo puede discutir nadie. Aquí nos deja varios gags que han sido plagiados hasta la saciedad desde el estreno de la película en el ya lejano 1974. El guion de Gene Wilder es fabuloso y, por desgracia (presupuesto insuficiente según algunos, negativa de Brooks según otros) se quedaron en el tintero apariciones de monstruos clásicos como La momia o Drácula, que iban a tener cierto protagonismo. Wilder adapta en clave de humor la novela de Mary Shelley y lo hace sin perder el respeto a la obra original y ofreciendo personajes carismáticos que, gracias a la fabulosa labor de Mel Brooks, se convierten en iconos del cine de humor, protagonizando escenas desternillantes que a día de hoy siguen siendo de las que mejor coreografía, puesta en escena y diálogos tienen.

Gene Wilder interpreta al famoso Doctor "Fronkonstin" y lo hace con una genialidad a la altura de su guion. Su presencia en pantalla durante toda la película es un puntazo, ya que se compenetra a las mil maravillas con todos los secundarios. El polifacético y hombre de peculiar rostro Marty Feldman está soberbio en la piel de un Igor con claros rasgos del personaje original pero adaptado a su nuevo rol de forma fabulosa. Peter Boyle, a quien el papel llegó (en parte) por su amistad con Mel Brooks, tiene poco trabajo interpretativo hasta el último giro, momento que aprovecha para lucirse. En el apartado femenino, tanto Teri Garr (interpretando al personaje tal vez más vacío, aunque necesario) como Madeline Kahn, quien va perdiendo protagonismo por momentos hasta recuperarlo en una gran escena final, cumplen divinamente con su cometido. Por último, destacar la aparición de un irreconocible Gene Hackman que da un toque curioso a la película interviniendo en una escena real de la novela de Mary Shelley.

Resumiendo, que es gerundio: tal vez El jovencito Frankenstein no sea la comedia más divertida de la historia, o al menos no lo es para mí, pero está claro que es una de las más desternillantes y de las más innovadoras. El haber creado escuela es aval suficiente para que se la considere una obra maestra.