Con una idea y ciertos puntos irreverentes, esta película de corte independiente factura una trama sencilla en la que se cuenta con un buen grupo de actores más o menos desaprovechados tales como Hugh Laurie (House), Oliver Pratt (Tiempo de Matar), la estupenda Allison Janney (Yo, Tonya) o una Catherine Keener (Déjame Salir) que no da todo lo que ella puede aportar. Dirigida con sencillez por Julian Farino (Ballers), procura sacar adelante la película sin grandes alardes dejando que los actores actúen como mejor saben en un melodrama con dosis de un poco de todo: acidez, comedia, drama, rabia, locura. Pero no ofrece mucho más de lo que tiene a simple vista, y si quiere alcanzar emocionalmente al espectador lo tiene crudo: quiere, pero es incapaz de calr del todo con la historia principal, a pesar de que toque diferentes palos psicológicos de los protaginistas.
Es entretenida pero olvidable una vez que termina... eso sí, con buenos sentimientos, que para eso está concienciar a la gente de hacer un mundo mejor.