Después de sus falsos documentales, interpretando a personajes ya icónicos como Borat o Bruno, Sacha Baron Cohen se pasó al cine más convencional y nos trajo esta "Agente contrainteligente" que, a pesar de contar con la típica dosis de humor pasado de vueltas, cargado de referencias sexuales bastante vulgares y situaciones lo suficientemente escatológicas como para hacerte reír y sufrir arcadas al mismo tiempo, vuelve a tener un mensaje más o menos social.

En este caso, Baron Cohen interpreta al típico inglés futbolero de escaso nivel intelectual, padre de varios hijos en un barrio pobre, rodeado de chavs (lo que vienen a ser nuestros canis/bakalas), adicto a la cerveza y que vive de los subsidios del estado. En definitiva, todo un personaje de los que en algún momento puedes encontrarte en la parte más cutre del sector guiri en Benidorm. Y el actor lo que hace es una defensa de esta clase de gente, aun con todas sus aparentes contradicciones ante el clima de corrección política imperante. El personaje de Cohen es vulgar, no tiene interés por trabajar, ni en la cultura, es mujeriego pero, al mismo tiempo, tiene conciencia de clase y por ello planta cara a los malos del filme.

No es que yo aplauda el perfil de esta clase de gente, más que nada porque, afortunadamente, no todo aquel ciudadano metido en eso que llamaríamos clases medias, bajas u obreras, se corresponde al perfil de simpático holgazán retratado en la película. Pero sí es positiva esa defensa de tus orígenes, frente a cierta actitud clasista y elitista que incluso se percibe, en altas dosis, por parte de muchos de estos políticos e "intelectuales" que dicen defender los derechos de los menos favorecidos, mientras que, desde hace unos pocos años, han preferido abandonar una lucha justa por mejorar sus condiciones de vida en favor de atacarles por toda esa serie de comportamientos poco dados a la finura y a la corrección política.

Pese a todo, la película es más que nada una comedia de acción sin grandes pretensiones. No hay escenas de acción épicas, pero sí buena química con Mark Strong y algunas escenas descacharrantes, aunque en líneas generales el filme parezca una tontería de la que te puedes ir olvidando a las pocas horas de haberla visto. Sin embargo, para pasar el rato no está del todo mal.