María es una estudiante a la que su novio, que sólo piensa en triunfar en el deporte, ha dejado embarazada. Cuando el padre de María se entera, muere de un infarto. Matthew es un especialista en electrónica; fatalista, desilusionado y violento. Repudiada por su madre, y olvidada por su novio, María se cruza con Matthew, que acaba de abandonar violentamente su trabajo y la casa de su padre, un hombre moralista y obsesivo. A partir de ese encuentro, comienzan la aventura de convertirse en una pareja normal, luego de un arranque poco auspicioso. La vida se encargará de demostrarles que no es tan sencilla como parece.
A veces te encuentras con películas como ésta. O bien te las encuentras escondidas en el videoclub, en un mercadillo o te la recomienda un conocido. Una chica se queda embarazada y su novio por temor a que lo echen del instituto la deja plantada. Al enterarse de la noticia su padre se muere y su madre la echa de casa. Una historia bien normalita. Americana y con director independiente, película de culto para gafapastas y frikis. Pues me ha gustado, y mucho. Cine que ya tenía que haber visto.
El director Hal Hartley (con El Libro de la Vida, Amateur, La increíble verdad, Simple Men, Flirt o Henry Fool a sus espaldas) traza una historia común pero llena de vida y encanto. Entre drama y comedia, con situaciones sorprendentes y personajes entre reales y surrealistas, el amigo Hal nos pega un guantazo en plena cara para que despertemos de la apatía diaria en la que vivimos. Como hacen sus personajes. María y Matthew son atípicos y viven en un mundo endiosado. Pero confían el uno en el otro.

María: ¿Puedes dejar de ver la TV por un minuto?
Matthew: No.
María: ¿Por qué no?
Matthew: Porque he tenido un mal día en el trabajo. He tenido que renunciar a mis principios e inclinarme ante un idiota. La televisión hace posible estos sacrificios diarios. Alivia lo más profundo de mi ser.

"Confianza, admiración y fidelidad es igual a amor". Los personajes hablan poco, aunque parezca lo contrario. Los silencios se pueden cortar con un cuchillo. Y cuando hablan, son secos y distantes. Un joven Martin Donovan y la malograda Adrienne Shelly dejan que la historia hable. Y Hal Hartley la capta. Un instante, una mirada. Con sinceridad.
De todas maneras, si te has aburrido en sobremanera, espera. Paciencia. Si hay algún que otro bache, toda la película vale por su final, por sus últimos minutos. Pocas veces he reconocido que una conversación tan absurda y tonta tenga más sentido y me haya dejado de piedra. No pienso desvelártelos. Ya la estás viendo. Confía en mí.