Una vez en el Reina Sofía entré en una habitación oscura, sólo iluminada tenuemente por focos de colores como los que encontramos en cualquier disco. Justo en el centro rotaba sobre sí mismo un gran espejo en el que podías reflejarte por ambas caras. A su vez, 'amenizando' el momento, una voz de ultratumba recitaba frases inconexas en un idioma 'parecido' al inglés.

Más tarde, tras pasear apreciando gran variedad de pinturas y otras obras, encuentro otra habitación. También entro. Es más pequeña, tiene más luz, sus paredes son blancas y dispone de asientos cúbicos junto a ellas. Se proyecta en una pantalla la estancia de una cabra blanca en un habitáculo de paredes blancas. Van variando los planos. La cabra se mueve poco. Parece que sonríe. ¿Soy la cabra? ¿Habrán sustituido mi imagen por la suya?

Tras observar maravillado el Gernika, accedo a la última habitación. Parece una pequeña sala de cine. Empieza Inland Empire, última película de David Paranoia Lynch. Ma gusta este director. No flipo con él como otr@s, pero me gusta bastante. Acaba la cinta y entiendo por qué la he visto en el Reina Sofía. Pienso qué puntuación darle. Qué difícil. No me ha parecido excesivamente 'interesante' (6). No me ha parecido 'pasable' (5). Por momentos me ha absorbido. Por momentos me ha irritado. Por momentos me ha desesperado. ¿Me vale un 'regular' (4)? No lo sé, pero tras dos semanas creo que debía darle de una vez mi voto.