La espantosa traducción del título de esta película para nuestro país quizá invite a equívocos, pero no, respiren tranquilos porque ésta no tiene nada que ver con la obra del malogrado Jean Vigo, si acaso cogiendo con pinzas la premisa básica en la que se nos presenta a cuatro jóvenes rebeldes. En este filme corre el año 1978 así como el pelo largo para nuestros cuatro protagonistas, amantes fervorosos de la famosa banda de Hard Rock y Heavy Metal, KISS. Sí amigos, esos locos del escenario que parece que se maquillan la cara con ceras Manley emulando en ella motivos demoníacos o diversos animales (véase gato o zorro).

Con un reparto prácticamente desconocido (salvando a Edward Furlong), es una lástima que un servidor no haya caído -por lo general- en los encantos de esta comedieta, envuelta en todo momento en el marco del rock del duro y ligada a las aventuras rebeldes de estos cuatro chavales por conseguir unas entradas para el concierto que dan en Detroit sus venerados KISS. Esta búsqueda por estos cuatro pequeños tesoros de papel/cartón, supone una auténtica gincana (con tintes de "road movie" por momentos) cargada de entretenimiento y desenfreno. Pero claro, este pasatiempo lleva una losa encima muy pesada, y es su endeble guión. A nadie se le escapa que este producto va destino a un público mancebo o al que no le apetece trabajar sus neuronas, pero es que el guión no puede ser más malo, más que las pilas que compramos en el chino. La sensación que da es de improvisación e inverosimilidad, y la retahíla de coincidencias en todas sus escenas llevan rápidamente al espectador al beneficio de la duda. Si se me permite sacar más punta, el desarrollo de todos los personajes que conforman la cinta es a cada cual más denigrante, empezando por el director del internado y acabando con aquel cura viciosillo.

También hay que percatarse de que la ambientación de 1978 es paupérrima, haciendo indicar que el rótulo de "1978" del principio del metraje ha sido un mero capricho del director (un tal Adam Rifkin) por concederle a KISS una época en la que quizá tenían más pegada comercial. Lo que sí es laudable fue haberme encontrado con un lenguaje soez así como alguna que otra frase lapidaria para rematar algunas escenas, que lo cierto es que algunos golpes están bien tirados.

Y poco más que comentar de esta película que desaparecerá de mi cabeza tan rápido como el recuerdo de qué he comido este mediodía. Lo dicho en el párrafo anterior, los convencionalismos de este tipo de películas americanas juveniles y su desastroso final no me dejan demasiadas alternativas para retenerla semanas en mi cabeza. Ojo, que a veces mejor eso a que la recuerde pero no precisamente por sus méritos o logros, así que por lo tanto un aprobado raspado por librarme de las fauces del tedio esta tarde y a otra cosa mariposa.