Lo mejor de la película es, sin dudas, esa idea de un mundo futurista mezcla de George Orwell con Franz Kafka. Una sociedad donde todo es vigilado y en la que el gobierno controla cada uno de los pasos y sin embargo, por su misma complejidad es al mismo tiempo un lugar que parece estar siempre a punto de salirse de control. Cámaras de vigilancia, policía secreta, reglamentos, formularios interminables para pedir o reclamar cualquier cosa llenan un mundo emparchado y como bien afirma uno de los personajes: “Todo está conectado; causa y efecto, esa es la belleza de esto”.
Sin embargo, lo malo de la película es la historia que deciden contarnos, ya que si bien está inmersa en un mundo sumamente interesante, el argumento no termina de convencer y por momentos llega a aburrir.
En definitiva, me gustó conocer el lugar y a muchos de sus personajes, pero creo que detrás de cualquiera otra puerta de las que hay en aquellos interminables edificios de departamentos habríamos encontrado una historia más atractiva que la que se eligió contar.