No me gusta "Fargo", la película, ni los Coen, así que llegué a "Fargo", la miniserie, esperando encontrar algo distinto, iluso de mí. Lo que sí es cierto es que entré mejor en su atmósfera, quizás por ser una serie, o tal vez fue por la solidez de su argumento, pero el caso es que el conjunto es satisfactorio. Con muchos "peros", eso sí, ya que estoy convencido de que la hubiese dejado a la mitad si la hubiera visto solo, por su lentitud y su estilo coeniano.

¿Por qué la valoro positivamente?

Porque su argumento es interesante y posee grandes giros de guión, amén de varias escenas dignas de mención, casi todas en las que suceden los asesinatos. También porque el apartado técnico es magnífico, dejando claro que es una serie hecha con ganas. Y también por dos personajes que se quedarán en mi memoria: el Lorne Malvo de Billy Bob Thornton, a pesar de la inverosimilitud de sus formas, y el Lester Nygaard de Martin Freeman, muy por encima del resto, al que deberían ponerle un busto en Fargo o en Bemidji, o en ambos. El juego del gato y el ratón que se traen es fantástico, un choque de trenes que parece muy desigual al principio pero que en sus últimos episodios cuesta diferenciar quién es más ratón y quién más gato. El resto de personajes, salvo el magnate Milos, el viejo Lou y los dos agentes Budge y Pepper, me aburrieron.

"Fargo" es una miniserie rara a patadas, algo sobrevalorada porque tampoco es para tanto, aunque si consigues superar lo escarpado de su estilo, podrás disfrutarla.