"American Horror Story: Asylum" acierta con un ambiente recargado, claustrofóbico y podrido. Esta segunda temporada sí hace honor a su título y se aleja de la banalidad de la anterior. Lo más esencial lo encontramos en el lugar escogido para desarrollar el argumento. ¿Hay algo que dé más miedo que un manicomio de monjas?

Zachary Quinto, Frances Conroy, Lily Rabe y James Cromwell están estupendos, pero Sarah Paulson, Evan Peters y la gran Jessica Lange acaparan todos los focos. Lo de esta última no es normal, con esa capacidad de aumentar la tensión sólo con su presencia. Demuestra en cada escena que no tiene nada que envidiar a otras más reconocidas por el público, como la Streep o la Sarandon.

La historia que cuenta la serie es cruel y desagradable, aunque se vuelve triste en los últimos capítulos. Los personajes son otro de los grandes aciertos de la serie. Están perfectamente definidos, y casi todos cambian a lo largo de la temporada motivados por los hechos que les ocurren. El más impactante es, desde luego, es de la hermana Jude. Su arco argumental es brillante y el cambio que sufre es bestial. Respecto a la fotografía y la forma de grabar, mantiene el nivel de "Murder House", dando la sensación constante de locura, encierro y oscuridad.