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Voto de Miquel:
8
7,6
117.540
Drama
Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre (Barbara Hershey), la rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las exigencias del severo director (Vincent Cassel) se irán incrementando a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión ... [+]
23 de julio de 2011
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinto largometraje del realizador neoyorquino Darren Aronofsky (“Réquiem por un sueño”, 2000), escrito por Mark Herman, Andres Heinz y John J. McLaughlin, a partir de un argumento de Andres Heinz. Se rueda con un presupuesto modesto, de 13 M USD, en el Lincoln Center for the Performing Arts y en otras localizaciones de Manhattan y NYC. Nominado a 5 Oscar, gana uno (mejor actriz, Portman). Se proyecta por primera vez en público el 1-IX-2010 (Festival de Venecia).
Desarrolla una historia sencilla, fantástica, ingenua y conocida, que trata como un cuento de hadas convencional, con brujas, brujos, embrujos, ensoñaciones, hadas y toques de horror. Explora el lado oscuro de los personajes, las situaciones y las relaciones interpersonales. La película comienza con un sueño de la protagonista, que avisa sobre las intenciones del realizador.
La obra aporta ecos de una filmografía que el realizador conoce bien y admira. Algunas situaciones e imágenes parecen homenajear al malogrado cineasta japonés Satoshi Kon (“Perfect Blue”, 2002). En declaraciones reconoce ser deudor de “Las zapatillas rojas” (Powell y Pressburger, 1948), “Eva al desnudo” (Mankiewicz, 1950) y “El hombre lobo” (Waggner, 1941). Se advierten paralelismos y puntos de contacto con “Repulsión” (Polanski, 1965) en la descripción de alucinaciones que acompañan la progresión de un desorden psicótico. Se inspira en algunas propuestas de la novela corta “El doble” (1846), de F. Dostoievski. Demuestra admiración por la cámara de Theodor Dreyer y algunas de sus soluciones, como la pantalla blanca.
Hace uso de un estilo exuberante, subjetivo y barroco. Trata un conjunto amplio y extenso de temas, como la diferencia que se da entre perfeccionismo y perfección, el esfuerzo que exige el proceso creativo, el elogio del esfuerzo y de la superación personal, la exaltación del espíritu libre y sin prejuicios, la censura de la represión, del autoritarismo paternofilial y del temor al placer y la pasión, la evocación de la lucha entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas, la inocencia y la sensualidad, etc.
El film se beneficia de unas interpretaciones excelentes, entre las que destacan las de Natalie Portman, Vicent Cassel y la muy meritoria de Mila Kunis en el papel de Lily, que mereció el premio a la actriz revelación en el Festival de Venecia. Se apoya en una puesta en escena imaginativa, brillante y turbadora. La narración juega con la figura de los contrarios, la emergencia de tensiones contrapuestas (celos, envidias, ambiciones, competitividad…), la acertada ambigüedad de algunos personajes (Thomas) y la figura del doble como encarnación de la desgracia o la mala suerte.
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Desarrolla una historia sencilla, fantástica, ingenua y conocida, que trata como un cuento de hadas convencional, con brujas, brujos, embrujos, ensoñaciones, hadas y toques de horror. Explora el lado oscuro de los personajes, las situaciones y las relaciones interpersonales. La película comienza con un sueño de la protagonista, que avisa sobre las intenciones del realizador.
La obra aporta ecos de una filmografía que el realizador conoce bien y admira. Algunas situaciones e imágenes parecen homenajear al malogrado cineasta japonés Satoshi Kon (“Perfect Blue”, 2002). En declaraciones reconoce ser deudor de “Las zapatillas rojas” (Powell y Pressburger, 1948), “Eva al desnudo” (Mankiewicz, 1950) y “El hombre lobo” (Waggner, 1941). Se advierten paralelismos y puntos de contacto con “Repulsión” (Polanski, 1965) en la descripción de alucinaciones que acompañan la progresión de un desorden psicótico. Se inspira en algunas propuestas de la novela corta “El doble” (1846), de F. Dostoievski. Demuestra admiración por la cámara de Theodor Dreyer y algunas de sus soluciones, como la pantalla blanca.
Hace uso de un estilo exuberante, subjetivo y barroco. Trata un conjunto amplio y extenso de temas, como la diferencia que se da entre perfeccionismo y perfección, el esfuerzo que exige el proceso creativo, el elogio del esfuerzo y de la superación personal, la exaltación del espíritu libre y sin prejuicios, la censura de la represión, del autoritarismo paternofilial y del temor al placer y la pasión, la evocación de la lucha entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas, la inocencia y la sensualidad, etc.
El film se beneficia de unas interpretaciones excelentes, entre las que destacan las de Natalie Portman, Vicent Cassel y la muy meritoria de Mila Kunis en el papel de Lily, que mereció el premio a la actriz revelación en el Festival de Venecia. Se apoya en una puesta en escena imaginativa, brillante y turbadora. La narración juega con la figura de los contrarios, la emergencia de tensiones contrapuestas (celos, envidias, ambiciones, competitividad…), la acertada ambigüedad de algunos personajes (Thomas) y la figura del doble como encarnación de la desgracia o la mala suerte.
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El discurso contrapone las figuras paralelas del cisne blanco y del cisne negro. El primero simboliza la inocencia, la elegancia y la perfección. El segundo simboliza la sensualidad, la lujuria y la pasión. El lenguaje se presenta cuidado, bien trabajado y dotado de gran expresividad. Se apoya en refuerzos iconográficos (espejos, reflejos, palo para atrancar la puerta del dormitorio…), el recurso al misterio, algunas escenas de sexo justamente contenidas, incidencias inesperadas (mordisco en el labio…) y algunas imágenes rápidas de cine de terror. Crea una atmósfera opresiva, agobiante y turbadora, de excelente factura.
La fotografía, a cargo de Matthew Libatique, habitual en los trabajos del autor, combina encuadres inferiores, planos secuencia, planos generales, planos subjetivos y frecuentes primeros planos. Rueda con la cámara en mano en numerosas tomas dinámicas de aproximación. La fotografía es envolvente, seductora e inquietante. La visualidad es potente y en momentos culminantes se torna vertiginosa y fascinante.
La banda sonora, de Clint Mansell, ofrece composiciones originales para piano solo o para piano y violín junto con composiciones orquestales que se adornan con variaciones sobre temas del ballet “El lago de los cines”, de Tchaikovsky. Éstos se presentan enriquecidos, sabiamente dramatizados y dotados de potencia y profundidad.
La película es absorbente y retiene la atención del espectador, al que sumerge en un espectáculo dramático de gran exhuberancia, que seduce los sentidos y crea emociones dignas de un buen trabajo.
El discurso contrapone las figuras paralelas del cisne blanco y del cisne negro. El primero simboliza la inocencia, la elegancia y la perfección. El segundo simboliza la sensualidad, la lujuria y la pasión. El lenguaje se presenta cuidado, bien trabajado y dotado de gran expresividad. Se apoya en refuerzos iconográficos (espejos, reflejos, palo para atrancar la puerta del dormitorio…), el recurso al misterio, algunas escenas de sexo justamente contenidas, incidencias inesperadas (mordisco en el labio…) y algunas imágenes rápidas de cine de terror. Crea una atmósfera opresiva, agobiante y turbadora, de excelente factura.
La fotografía, a cargo de Matthew Libatique, habitual en los trabajos del autor, combina encuadres inferiores, planos secuencia, planos generales, planos subjetivos y frecuentes primeros planos. Rueda con la cámara en mano en numerosas tomas dinámicas de aproximación. La fotografía es envolvente, seductora e inquietante. La visualidad es potente y en momentos culminantes se torna vertiginosa y fascinante.
La banda sonora, de Clint Mansell, ofrece composiciones originales para piano solo o para piano y violín junto con composiciones orquestales que se adornan con variaciones sobre temas del ballet “El lago de los cines”, de Tchaikovsky. Éstos se presentan enriquecidos, sabiamente dramatizados y dotados de potencia y profundidad.
La película es absorbente y retiene la atención del espectador, al que sumerge en un espectáculo dramático de gran exhuberancia, que seduce los sentidos y crea emociones dignas de un buen trabajo.