El talento de Oliver Stone nunca ha brillado tanto como en esta obra maestra, una de las mejores películas de los noventa.

Partiendo de un excelente guión escrito por él mismo, el director teje una compleja intriga de tono casi documental, debido a la gran cantidad de datos que se dan durante la película. Aún así, el ritmo es constante durante las tres horas de metraje, manteniendo el interés en todo momento.

El reparto es inconmensurable, destacando a Kevin Costner, infravalorado actor que realiza aquí uno de sus mejores papeles. Otros elementos a destacar son el montaje, perfecto, la fotografía y la gran música de John Williams.

En definitiva, una perfecta combinación de elementos que hacen de este film una obra imprescindible.