Cuando alguien anda sobre huevos y tiene miedo a romperlos pasa lo que a Pablo Malo. No se puede hacer un film polémico sin querer ofender a nadie. Con la excusa de contar lo que en el juicio se ha probado se evitan entrar en especulaciones. En la película parece que todo ha surgido por iniciativa personal de Galindo y compañía ignorando los aspectos políticos que hay detrás.

Lo que es el film es un despropósito. No se sabe si el director quiere darle un tono thriller, o un rollo de juicios o contar lo que paso de forma realista, al final se queda en ningún sitio. El maestro Ken Loach se lo puso fácil en la Agenda Oculta, cine de denuncia con un tono thriller pero Pablo Malo es simplemente un realizador, ni siquiera un artesano o un director de oficio. Es un realizador de TV y su sello se encuentra es este telefilme. Y lo más triste que se le puede decir a una película que tenga un estilo telefilmero.

Lo del guion inventándose personajes y situaciones resulta ridículo y sonrojante. Para meter en el dedo en la llaga no hay huevos pero para inventarte un personaje para ser la conciencia del abogado de Lasa y Zabala, sí.