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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
8
Aventuras. Drama Tras un naufragio en medio del océano Pacífico, el joven hindú Pi, hijo de un guarda de zoo que viajaba de la India a Canadá, se encuentra en un bote salvavidas con un único superviviente, un tigre de bengala con quien labrará una emocionante, increíble e inesperada relación. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2012
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo una amiga hippi que flipa con la espiritualidad de “La vida de Pi”. Cuando ve a las viejas salir de misa, las compadece; pero si le sueltan las palabras “India” y “Vishnú” y una cierta atmósfera oriental, entonces todo es muy espiritual. El poderío y la Verdad de Claudio Coelho frente a una pobre señora de 92 años, que va a rezar a la iglesia porque es tonta y cree en Dios.
No estoy diciendo que la película de Ang Lee no tenga sus buenas dosis de trascendentalismo, (si no del bueno, al menos no del cargante). Sólo me temo que es la película perfecta para que el gafapasta de turno se vea levitando y entendiendo, al fin, los misterios de la vida para explicárselos a todos con una cerve al salir del cineclub.
Dicho lo cual, sí podemos afirmar, por qué no, que una de las posibles lecturas del film es esa Unicidad de todas las criaturas en un Todo Único, una especie de Panteísmo de máxima trascendencia que se detecta en varias religiones, teosofías, paganismos y aun en los últimos descubrimientos científicos, desde los presocráticos o Pitágoras hasta Buda; o el mismo Cristo, convenientemente leído. El cacao religioso del chaval es el enaltecimiento de la duda, pero también la intuición panteísta. Las visiones que tiene en el mar, (en especial la maravillosa de todas las criaturas convirtiéndose en la madre en las profundidades), abundan en esta idea. También la ambigüedad del relato, manifestada en el último tramo de la película, aporta más duda. Todos sabemos cuál es la historia verdadera y terrible, ¿o es la luminosa la verdadera? Los que preguntan por Dios ante el horror del mundo pueden aquí seguir dudando. Realmente, apabulla asomarse al otro relato tras dos horas de poesía.
Con no ser despreciables las gotitas de trascendentalismo y ambigüedad de la película, afortunadamente Ang Lee, (o Yann Martel, no lo sé), no han cargado las tintas, para dejar paso a uno de los relatos de aventuras más fascinantes de la Historia del Cine, así, con mayúsculas. Durante muchísimo metraje, tenemos puro cine de género, glorioso y apabullante cine de aventuras en conexión espiritual, esta vez sí, (más que argumental), con aquellas viejas películas marinas de los años cincuenta y sesenta, las de mi niñez y adolescencia, (lo que me ha hecho recordar que Ang Lee le ha tirado más de una vez al género de acción en su carrera). Para mí, esta es la parte más convincente de la película. Acción, mucha, sí, pero sin despreciar la vocación onírica de muchas imágenes: por fin el ordenador usado para crear poesía, la de la inmensa soledad del que ya está muerto y está contemplando su propia cosmovisión, servida a través de una Naturaleza realista pero imposible a la vez. ¡Qué peliculón!
berenice
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